SERGIO SOLER
BUENOS AIRES/ ARGENTINA
De la serie denominada
ALGUNOS PENSAMIENTOS
(IN)ÚTILES
1. A veces, los hijos nos deshilachan. Y nos
remendamos como podemos…
un poco de pan y otro tanto de
queso. Con varias repeticiones del vino y algunas menos
de lo otro. Con qué
poco se empieza una amistad.
7. Cada tanto me agarran esas ganas de pegarle
una trompada a la vida. Como aquella de Monzón a Benvenutti, que casi le
arranca la cabeza al pobre tano y lo coronó campeón del mundo. Una trompada
bien dada, un uppercut o un cross a la mandíbula, que la deje knocked out.
9. Como dijo uno de los artistas más visionarios
del siglo XX, Pier Paolo Passollini: el pecado no consiste en hacer el mal.
Sino en no hacer el bien que podrías haber hecho y no hiciste. Dios, el pobre
Dios que tantas cosas se banca y todo lo perdona, debería hacer una excepción
en este caso.
Lectura de su ponencia , que repartió entre los presentes.
Realizando la propuesta de un profesor de plástica de la Escuela de Jachal, junto a sus alumnos.
10. Cada tanto se presentan a mi mente esas
rarezas del idioma que me hacen pensar tanto. Esa, por ejemplo, del atardecer.
Si cuando amanece, decimos amanecer y cuando anochece, decimos anochecer, es
decir amanecer marca el comienzo de la mañana y anochece el comienzo de la
noche, entonces por qué motivo que desconozco, el atardecer, en vez de indicar
el inicio de la tarde, indica el fin de la tarde. Es más, anochecer y atardecer
se juntan, es decir, hasta son sinónimos. ¡Qué boludez!
13. Un
recuerdo increíble. Me encontraba caminando por Times Square, en New Cork, a
poco de cruzarme con la avenida Broadway y no muy lejos del Central Park. El
frío era glacial. De pronto, en una de las inmensas imágenes reflejadas en los
edificios del sector vi un mapa del mundo. Miré a La Argentina , la sentí tan
lejos que me emocioné y empecé a cantar una canción que me retrotraía a la
infancia. “Puerto Montt, Puerto Montt, me alejé de ti sin saber por qué. Y yo
la dejé, sola frente al mar, bajo el cielo azul, de Puerto Montt”. Caí en la
cuenta de que era una canción chilena cuando Roberto, mi compañero en la
caminata, empezó a putearme y a reclamarme un tango o una chacarera. Nunca
antes había estado en Puerto Montt. Tiempo después pude recorrer sus calles
empinadas, sus mercados y puestos de artesanos, y disfruté de una paila de
pescado y un curanto de frutos de mar inolvidable, regado con un tinto áspero
pero ideal para la ocasión. Se imaginarán que me acordé de Nueva York, como una
especie de recuerdo compensatorio. La verdad que no.
15. La Villita se llama el lugar.
Está en el centro de San Antonio, Texas. Es una especie de centro convocante
para los artesanos del lugar. Desde la plaza central se puede llegar a pie o en
bote por el río que conecta todos los puntos neurálgicos. Una de las casas,
parecida a los ranchos que se ven en el campo, tiene mosaicos que recuerdan y
homenajean a los héroes de todo el continente americano. Uno de ellos se refiere
al General San Martín. Lo describe como uno de los militares más ilustres de la
historia universal y como uno de los hombres más honrados de nuestro
continente. Cuando leí el mosaico, mi pecho se inflamó de emoción y, sin
pensarlo, arrebatadamente, empecé a silbar la Marcha de San Lorenzo. En eso estaba cuando pasó
un escocés, vestido con el kilt
típico. Lo acompañaba su esposa. Me escuchó y comenzó a silbar a la par. Cuando
terminamos me dijo que se había emocionado por escuchar la marcha que oficia de
fondo musical al cambio de guardia de los soldados británicos en el Castillo de
Windsor, en Londres, cada mañana. Lo corregí pero no me creyó. Unos meses
después, en una documental de neto corte turístico, las imágenes mostraban el
famoso cambio de guardia y la banda interpretando nuestra querida marcha. No se
mencionaba el nombre del tema. Yo tenía razón pero el escocés también. ¡Qué
iguales y qué distintas pueden llegar a ser las cosas, según la perspectiva
desde donde se miren! Con San Martín, en tanto, hay una sola interpretación, se
mire desde donde se lo mirare. El mosaico de La Villita lo demuestra.
19. Dicen que mi abuelo materno
era un chanta. Hablaba francés fluidamente y escribía poemas con mucha
precisión tanto en la rima como en la métrica. Había leído mucho en su
juventud. Algo malo debe de haber hecho durante la infancia de sus hijas porque
mucho no lo querían. Solía visitar la casa de mis padres y había días en que mi
madre lo trataba con bastante descortesía. Recuerdo algunas instantáneas de su
extraña vida.
Una vez viajábamos en una micro destartalado desde el poblado de
Vieytes, apenas un caserío que cortaba la línea férrea entre La Plata y Verónica, hasta
Magdalena, adónde íbamos a estudiar inglés los sábados de mañana y de tarde. En
eso que era más odisea que viaje, un día mi abuelo Saúl decidió acompañarnos.
En un tramo de la ruta de tierra, le pidió al chofer que se detuviera. Los
pocos pasajeros supusimos que se bajaba a orinar a la vera, algo bastante común
entre los paisanos del lugar que en general desconocían las bondades de los
baños. En realidad, no fue para eso. Se bajó del micro, caminó hacia la entrada
de una estancia, desde cuya tranquera de acceso se divisaba una larguísima y
añosa arboleda, una abrumadora extensión de eucaliptos, aspiró el aire del
viento retenido por las frondosas copas, suspiró, y con lo que me pareció que
eran lágrimas en sus mejillas, me dijo: “Pensar que todo eso fue mío”. Volvió a
sentarse en el micro y no abrió la boca en el resto del viaje.
Despedida del Encuentro
Sergio Soler. Escritor,
docente, periodista, traductor, corrector estilográfico. Ha publicado sus obras
en libros, antologías nacionales e internacionales, diarios y revistas
nacionales, blogs. Ganador de certámenes literarios nacionales e
internacionales.
Autor de libros
y antologías a nivel nacional e internacional. Redactor columnista del Diario La Nueva Provincia.
Redactor y corrector del periódico digital y revista Gaceta Marinera. Redactor
y corrector de la revista literaria Locos en su Tinta. Corrector de la revista
de divulgación histórica El Archivo. Colaborador en diversos medios gráficos y
radiales del interior del país.
Presidente del
Círculo Literario de Punta Alta.
Integrante de la Peña de escritores rosaleños
“13 de Junio”.
Coordinador de
los talleres literarios Radiógrafos de la Palabra en la Fundación Ezequiel
Martínez Estrada de la Universidad Nacional
del Sur y del taller literario De la Estación del Complejo Cultural Estación Solier
del municipio de Coronel Rosales.
Jurado en
distintos concursos a nivel nacional e internacional.
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