Úrsula Fuentesberain
Escritora mexicana (Celaya, Guanajuato, 1982). Es coeditora
de la revista Dónde Ir, y está a cargo, entre otras cosas, de la sección
literaria. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales como La Jornada
Semanal y Diezmo de Palabras.
Se me soltó la tristeza y mordió a varios.
La perseguí hasta amarrarla pero se enfureció tanto
que todavía lanza dentelladas a quien se le acerca.
*******************************
Úrsula Fuentesberain
Dos minificiones
********************************
Los párpados de Miguel recorren el hemisferio sur del globo ocular.
Eclipsan el iris, luego la pupila. Caen con el peso de las esporas. Las
pestañas superiores se entrelazan con las pestañas inferiores. Se hace la
oscuridad.
El metal del cofre del auto de Miguel toca el metal del poste de luz.
Los átomos de uno y de otro organizan un careo. Estudian sus resistencias. Los
más débiles se dejan malear.
El poste cede. Desciende ceremonioso y pone su rodilla en el asfalto:
una genuflexión. El resto de su masa metálica lo sigue. Se inclina. Se acomoda
sobre la cabeza de Eleazar mientras el paladar y la lengua de éste aprietan un
diminuto popote por el que sube Boing de guayaba.
La cabeza de Eleazar estalla dulcemente. Gotas rojas y gotas guayaba
saltan hacia arriba. Hacia la izquierda. Hacia la derecha. Una ola reacomoda
las células de Eleazar. Las alza. Las levanta.
Los párpados de Miguel latiguean hacia arriba: persianas retractiles.
El tablero de su coche hace una bomba de chicle. La infla. La infla. La infla
hasta aplastarle la cara a Miguel.
Las gotas rojas y las gotas guayaba caen y revientan sobre la banqueta.
Un lago líquido sale de la cabeza de Eleazar y se convierte en río
colorado que camina calle abajo.
La cara de Ángel
Recuerdo la bacinica, el niño Dios, el sabor de las costras, el
catecismo, el jugo de naranja tirado al escusado, la tabla del tres, el
bigotito de César, la escolta, la semana inglesa, el padre Marcelino
Champagnat, la mano sudada de Hugo, el coro de la iglesia, la boca de Valentín,
las colectas navideñas, la lengua de Ángel, el cuadro de honor, los dedos de
Ángel, la misa marista, la eyaculación de Ángel, la finishing school en Boston,
los besos en la frente de Omar, los rasguños de Ángel, la ceremonia blanca de
Omar, el miembro envuelto en látex de Ángel, el misionero de Omar, los juguetes
de Ángel, el método Billings de Omar, el pubis rasurado de Ángel, el hijo
muerto de Omar, las mordazas de Ángel, los regalos perlados de Omar, el pelo
oscurísimo de Ángel, el omelet de claras de Omar, los besos negros de Ángel, el
segundo hijo muerto de Omar, el crucifijo de Omar, las oraciones de Omar, los
azotes purificadores de Omar, la sangre en la cara de Omar, la sangre en las
sábanas de Omar, los gritos de horror de Omar, la cara de Ángel.
**********************************
Y ella nos dice:
«Escribo como corro: con obstinación»
***********************************************
Tres veces a la semana corro en una reserva ecológica donde antes había
un volcán. Correr en terracería equivale a echarse el doble de kilómetros en
pista, hay que levantar mucho los pies, subir pendientes y aguantar los golpes
de calor. La posibilidad de tropezar con una laja volcánica es inminente y si
te caes, lo mejor es usar la adrenalina del susto para levantarte y seguir
corriendo.
Escribo como corro: con
obstinación, consciente de que me puedo partir el hocico, sin detenerme hasta
quedar exhausta.
Quiero escribir cuentos donde
lo fantástico se mezcle con lo erótico, donde un hombre envenene a su amante
con altas dosis de berenjena, donde una conversación sobre el hule espuma
enrarezca la cotidianidad de una pareja o donde una mujer amanezca convertida
en revista porno.
Me entusiasma la idea de que
la literatura encuentre espacios para existir fuera del libro. Me gustaría que
mis microficciones se imprimieran en volantes repartidos de mano en mano, en
tarjetas de presentación como las de los table dance o en pancartas que dominen
el campo visual de los automovilistas en los cruces viales.
Hoy mis retos son explorar las
orillas del cuento, repensar sus soportes, encontrar mi voz. Creo que voy en el
camino correcto.
Úrsula Fuentesberain (Celaya, Guanajuato, 1982). Estudió Comunicación
en la Universidad Iberoamericana. Ha sido coeditora de las revistas Día Siete y
Dónde ir. Sus textos periodísticos han aparecido en publicaciones como La
Jornada Semanal, Replicante y La Tempestad. Sus cuentos han sido publicados en
Casa del Tiempo y El perro. Su relato “Mariana viene a verme” está antologado
en Yo es otr@. Cuentos narrados desde otro sexo (Cal y Arena, 2010). Es becaria
de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de narrativa. Sus cuentos,
reseñas y derivas se pueden leer en www.ursulafuentesberain.wordpress.com.
_
1 comentario:
Es congruente que la forma actual de comunicacion buscar otras formas de mostrar la literatura... el libro es importante y si esta abierto mejor... Sucede que pocos beben en los libros, al menos como se hacía antes, con goce, con profundidad... debemos apoyar esta idea y ser consecuentes....
tengo la idea de leer poesias en los bus o en el metro o en el tren y a su vez regalar volantes de lo leido o tarjetas o afiches ... en fin, ofrecer la produccion, hacerla mas popular, enriquecer a la gente con palabras y emociones
escritas y a la vez enriquecerse con el intercambio
Y por que no, también leer autores ajenos, clásicos y contemporáneos
Publicar un comentario