Helga
Siempre ahí,
Hermética, sofisticada, impecable.
Su oficio era el justo,
quizás fue creado para ella.
Se la veía por las galerías
con una libreta en las manos
dispuesta a cada pregunta
y al comentario del tiempo.
El alumnado la respetaba,
confiaban en ella.
Era justa, la palabra exacta.
Sonreía frente al logro,
sumaba frente al escalón.
Por eso aquellas mañana
que resbalaban de sus ojos
gruesas lágrimas,
su silencio se hizo más profundo.
Reunió miradas, pasos, afectos;
la rodearon.
Ella fue estatua.
Luego levanto la cabeza
sus ojos verdes, brillaban
y con su voz cortada,
dijo: -Se fue, venía para acá,
era austriaco como yo.
Poema -Del libro Rostro
María Esther Robledo Benavidez
© Copyright María Esther
Robledo Benavidez 11/4 /2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario