viernes, 18 de junio de 2010
Gregorio Angelco/ Renca / Santiago / Chile
Gregorio Angelcos es escritor y periodista,, se desempeñó como editor cultural y columnista de la revista Cauce durante tres años.
- Fundó y dirigió la revista literaria Naderías en la década del noventa, la Revista HIGO SECO en el 2002, y en la actualidad dirige la Revista Virtual CAUSA CERO. Es Vicepresidente del directorio y editor del Consejo Editorial de la revista y el blog de la Sociedad de Escritores de Chile. Periodista del diario: www.elclarin.cl y el Centro de Estudios Sociales AVANCE; en la actualidad, se desempeña como Vicepresidente de la Sociedad de Escritores de Chile; y es miembro del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en Chile.
Ha publicado quince obras literarias en los géneros de cuento, poesía, ensayo y novela, destacándose entre estas:
- Cuentos para pensar que la esperanza es una verdad - Las siete vidas del gato (ensayo) - Dios necesita un siquiatra (cuentos) - El abuelo que comía mariposas (cuentos) (Ediciones Documentas). - La vida es un pasadizo luminoso donde el hombre es una idea (Novela). (Ediciones Documentas) - Versos para escribir sobre los muros de la ciudad (tres ediciones, traducido al italiano): Ediciones Documentas -Arquitectura Sencilla (poesía)-- Sueño que el tiempo (poesía) Chile: una democracia de oligarquías junto al historiador Carlos Díaz Gallardo. (Ediciones Documentas)-- 69 puñaladas a la realidad (microcuentos) / Ediciones Cortina de Humo /Abril de 2008 El abuelo que comía mariposas (cuentos breves) SEGUNDA EDICIÓN
Ha realizado diversos talleres literarios y ha editado dos antologías de poetas populares.
Está incorporado a varias antologías de microcuentos, entre ellas, la editada el año 2005 por Café literario de Providencia.
Gregorio Angelco
Flores ( Cuento)
Acudía con frecuencia a dejarle flores a su abuela en una tumba del cementerio general, pero a su regreso, encontraba las vasijas vacías.
Transcurrido un mes desde que la anciana había fallecido, el joven decidió sorprender a la persona que hurtaba aquellas rosas frescas. A la mañana siguiente depositó las flores sobre las vasijas de agua y se ocultó a un costado del mausoleo. Después de unos minutos apareció una mujer de facciones hermosas que extendió su mano izquierda, cogió el ramo de flores húmedas, y trasladándose unos metros hacia el poniente, colocó las rosas en las vasijas de otro mausoleo, luego se arrodilló, hizo una oración y se marchó rauda del lugar. Con aire de interrogación salió de su escondite y aproximándose al mausoleo, leyó una placa que rezaba: “en memoria del abuelo Nicolás, de su nieta Sofía”.
Reflexionó en silencio y decidió volver el próximo domingo. Temprano se apostó a un costado de la cripta y mantuvo las flores en sus manos. Nuevamente apareció la muchacha y se quedó estática frente a las vasijas vacías: no había rosas.
Entonces apareció Ramiro y con un gesto fraternal le extendió su ramo: “Son tuyas”, le dijo, ella confundida las recibió con cierto nerviosismo, y se fueron tomados de la mano por un pasillo del cementerio rumbo a la salida. Los abuelos podían esperar.
ANTI-HÉROE
De regreso de la guerra, el Estado se negó a condecorarlo, no había matado a ninguno de sus enemigos en el campo de batalla.
CONSUMIDORA
Ella quería soñar, quería pensar, desarrollar su sensibilidad, pero su fortuna y el mercado se lo impedían.
Gregorio Angelco
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