ROSA ELENA GOMEZ

ROSA ELENA GÓMEZ de VILLA. Córdoba Argentina

 

Muchacha I

 

Ella era ese pájaro esquivo,

vestido de bruma y temblor,

que por las noches a su ventana

acercaba el misterio,

en mojados caminos de sueños.

 

Desprendía de las lilas

su aroma añejo.
Soltaba a la brisa mañanera
 su alegría teñida de azul.

 

Él, florecía rumoroso su agosto,
en el ocaso otoñal.
Serpenteando arroyos o nubes,
caía en la hondura de sus ojos canela.

 

Se amaron.

 

Derramó el encuentro, soles,
niebla, incendio y cenizas.
El adiós tuvo  hiel y
lágrimas de luna nueva..

 

Muchacha II

 

Eras una célula,
un gorjeo mudo,
presentida vida
en cuna materna.

Una luna.

 

Traías la zozobra,

cuajada de estrellas.

Nimbada de luz,
sombra y llanto.

 El cobarde miedo final.

 Dos lunas.

 

Ya no eres célula,

          no eres luz,

ni tampoco sombra.
Sólo eres memoria…

       Algo que no fue….

 

Muchacha III

 

Ya no será la misma.

El espejo roto, reflejará,

su turbia pena,
con trazos deformes,
se verá impura.
Dolida. Pecadora.

No será la misma.

 Implorará un perdón.

O un olvido piadoso

         que no llegará…

 

Aquella parra…

 

Como una parra vieja y reseca, ella
se apoya en la guía firme, fuerte,
que supo disfrutar de su joven vivir…

Los enrarecidos sarmientos, quebrados, negros,
conservan recuerdos del jugoso entramado
que sostuvo los racimos maduros, húmedos…

 Ella, que supo de los días ambarinos de vendimias

se embriagó de sol, de luna, y siesta y tinajas
con los pájaros amigos, los cantares de guitarras…

 

Hoy es esta parra yerma, que no da sombra,
ni frescura, sólo recuerdos de niñez lejana
de ese verdor florecido que un día supo regalar.

 Mi Madre es como esa vieja parra sin memoria

penas sostenida por raíces finas, delicadas
que sobrevive  en el crudo invierno de su

Padre Sol

 

Padre Sol que estás en las alturas
que prodigas el bien y la alegría,
que maduras los frutos y la flor.
Que te brindas a todos por igual
que regalas amaneceres sin fin,
entibias los mares y la arena.
Derramas vida por doquier.

 Estás muriendo Padre y tus gemidos

queman la tierra y nuestra piel.
Nos quedaremos desnudos sin tu caricia
vacíos y mustios sin tu calor.
Millones de años en tu cuerpo
Dicen ¡basta ¡ el cansancio ya llegó.

 No nos abandones Padre Sol,

renueva tu energía y sé para
el planeta Tierra el amante fogoso,
que siempre abrasó sus entrañas
con rayos de calor y dio a sus hijos
de la Creación,  la magnífica vida
la tibia caricia, el radiante fulgor.

 

 

 

 

ROSA ELENA GÓMEZ de VILLA. Nacida en Armstrong, Santa Fe, reside en Córdoba. Maestra Normal Nacional y Secretaria Médica Poeta Fundadora del Museo de la Poesía” Juan Crisóstomo Lafinur “ de La Carolina, Pcia. de San Luis. Universitaria. Colabora con los periódicos:” SEMANARIO “y” LA INFOSEMANAL” de esta localidad, asiste al Taller Literario Municipal “Quiero Contarte”, desde hace once años.  Ha obtenido premios en Concursos de Cuento Breve, Poesía y Prosa Poética.