Noemi Brown
Microrrelatos
Dos
paraguas
Salimos a caminar los dos
juntos, bajo el chaparrón. Él con su paraguas, yo con el mío. Las veredas eran
angostas. A veces yo iba adelante, a veces él.
Cuando lo vi unos pasos
más allá, pensé, no nos ataca la misma lluvia.
Podía ver que el agua
caía con fuerza sobre la tela de su paraguas y escuchar el ruido que producía
sobre el mío. Cada uno en su refugio. Cada uno aparte. Lo llamé pero,
seguramente, no me oyó.
Me detuve y vi cómo se
alejaba. Me pregunto en qué momento habrá sabido que caminaba solo.
La mesa quieta
La mesa tendida define la habitación. Un mantel
blanco ilumina la vajilla. Dos platos, vacíos, esperan el encuentro.
Los extremos se ocupan. El vino llena las dos
copas; sobre el frío de la porcelana, el sabor de la comida baña el aire. Desde
el fondo de la olla, laurel y albahaca llenan la habitación muda. El roce de
los cubiertos amplíafica el silencio. En cada cabecera, un filo de cuchillo
cela una guarida.
Nadie declara la guerra. Nunca llegará el
brindis.
La noche miente
Duerme. Acuna al oso de peluche. La metralla lo encuentra abrazado al
fusil.
“Quien habla solo espera hablar a dios un día”
(Antonio
Machado)
Hoy estuve por el centro comercial y vi a muchos que parecían hablar
solos. A mirar mejor, comprendí que estaban usando sus celulares. Después,
volviendo a casa, bajo los árboles de la avenida, pensé en el Loco de mi
barrio. -No hablo solo, decía, hablo
conmigo. Me pregunté: ¿Ya nadie puede hablar consigo mismo?
Y la respuesta me aplastó.
Fatalismo
latinoamericano
-Corré - le dijo el escritor a su personaje- te persiguen. Era un héroe belicoso y
temerario. Cuidado, es una trampa.
Protegerlo había sido una tarea agotadora; ya
estaban librando la última batalla. El enemigo apretaba el cuello del
protagonista. Reaccioná –quiso
gritarle el novelista. Pero ya era tarde. Antes del último renglón, el autor se
tomó la garganta. No podía respirar. No
podíiiiaah…y en el mismo momento, murieron los dos.
Noemí
Brown
Aspectos epistemológicos de la narrativa: ontogenia y filogenia
La evolución del cuento sigue los pasos del desarrollo del lenguaje de la
humanidad. Los primeros dibujos, la oralidad
y la cultura escrita son hitos de ese proceso. Un reflejo de sus
necesidades, sus deseos, sus temores y su capacidad para comunicarlos. Lo real
y lo fantástico como medio para satisfacer esas necesidades.
El objetivo de este trabajo es enfocar la
narrativa desde el punto de vista epistemológico, destacar la función del
relato (oral o escrito) en la vida humana y el rol de lo fantástico en el
cuento.
DEFINICIÓN DE CUENTO
El cuento es una narración breve de hechos
imaginarios o reales.
"…etimológicamente,
la palabra cuento, procede del término latino computare, que significa contar,
calcular; esto implica que originalmente se relacionaba con el cómputo de
cifras, … luego, por extensión pasó a referir o contar el mayor o menor número
de circunstancias, es decir lo que ha sucedido o lo que pudo haber sucedido, y,
en este último caso, dio lugar a la fabulación imaginaria" (Adolfo Cáceres
Romero).
- Narración breve de ficción.
Agrega
dos acepciones despectivas del mismo término:
Embuste, engaño /
coloq. Chisme o enredo que se cuenta a una persona para
ponerla mal con otra.
Dice del verbo contar: Referir un
suceso, sea verdadero o fabuloso.
El cuento tiene todos los elementos de la vida.
Es acción, movimiento, cambio y lleva la energía implícita para ser comunicado.
Hay elementos universales que predisponen a
escuchar, que convierten en auditorio al interlocutor. Algo del orden de la
primicia, de la complicidad.
Se trate de una historia real o ficticia, cuando
alguien se apresta a escuchar un relato, establece una relación con el
narrador.
ORÍGENES DEL CUENTO
La vida en comunidad fue protagonista y testigo
de la evolución en la manera de comunicar los asuntos de interés para los
individuos y la especie.
Podemos imaginar que el hombre primitivo sentía
la necesidad, en presencia del peligro, de informar a sus semejantes, o de
pedir ayuda, tal vez, a través de gestos desesperados. También, que les
comunicaba, con su actitud, el odio o el afecto que le inspiraban.
Los dibujos que se conservan de culturas
primitivas dan testimonio del esfuerzo por registrar acontecimientos o datos de
importancia vital.
Ese registro, anterior al lenguaje oral
evolucionado, igual que las primeras palabras, representa objetos concretos o
animales y personas del entorno, es decir sustantivos, pasando después a
dar cuenta de acciones, relacionando los
personajes y las necesidades de la comunidad. Conocemos así momentos de la vida
de esos humanos, que en una sucesión espacial de imágenes, han dejado narrada
sus costumbres. Cuentan las diferentes actividades de su comunidad, los
momentos dramáticos, las aventuras de cacería, hechos bélicos, los ciclos de la
naturaleza o los rituales que nos revelan sus miedos y sus creencias.
Hoy en día, el manejo de esa
espacio-temporalidad, perdura, con una intención diferente, en la historieta.
Si bien se combina habitualmente con la narración escrita, a través del diálogo
o de comentarios de un narrador, que complementa las imágenes y el desarrollo,
hay también relatos mudos, que extreman el desafío del poder de síntesis del
dibujante. A veces en un solo cuadro se representa el antes y el después del
momento dramático implícito. Se ve en el humor gráfico mudo, pero también se lo
puede apreciar en pinturas de gran dramatismo, como Sin pan y sin trabajo, de
Ernesto de la Cárcova, cuya observación aporta datos acerca de una historia
previa a la imagen, que por eso deja de ser una simple descripción y pasa a ser
un relato, del cual hablaremos más adelante.
Si volvemos al desarrollo de la humanidad, el
lenguaje articulado se convierte en una herramienta privilegiada para la
conservación de los valores culturales (rituales, recetas, sucesos, secretos y
también entretenimiento).
Todas las comunidades deben haber recurrido a la
transmisión de boca en boca, por necesidad o por placer.
Es necesario considerar el papel que la tradición
oral jugó en la conservación de tantos relatos verídicos o ficticios que perduraron
a través de incontables generaciones, recorrieron caminos diversos y se fueron
adaptando a la medida de cada narrador y de cada público. Transformaciones que
tal vez cubrían un olvido, un mal entendido o la vocación artística del vocero
y que iban tomando vida propia. Conocer historias era un crédito a favor y la
habilidad, una excusa para reunir a la gente. El narrador, en la intimidad
familiar o en la plaza del pueblo, se lucía, manejando el suspenso y la
curiosidad del público.
. Con el
desarrollo de la escritura, la comunicación oral continuó siendo el único medio
para la mayoría, antes de la divulgación
de la lectoescritura y de la aparición de la imprenta. Si bien el
vehículo por el cual los relatos, ficticios o no, llegan a los interesados ha
variado, desde la reunión junto a la fogata,
hasta la pantalla de la computadora, pasando por el teatro y el cine, la
curiosidad que despierta un conflicto de cualquier orden, sigue atrayendo,
cuando un “¿Quieren que les cuente?” o el tradicional “Había una vez” pone en
marcha el proceso narrativo.
LA EVOLUCIÖN DEL LENGUAJE
El niño
comienza usando del nombre de los objetos y
persona que lo rodean (sustantivos). En el camino ontogenético se repite
el camino de la especie humana. La adquisición del verbo luego, y de las
distintos valores gramaticales después, permite ir más allá de lo concreto en
el intento comunicacional.
En algún momento, en la vida de la humanidad y en
la del hombre la capacidad de comunicación puede, no solo dar cuenta de una
situación visible, sino también de aquella que ya no está ante sus ojos pero se
evoca, de aquella que quizás nunca suceda y, más aún, cuyo acaecer sólo sea
posible en la imaginación del narrador. La capacidad de discurrir sobre una
situación hipotética y contarla a otro en forma comprensible es una etapa
avanzada de esta evolución.
Podemos
describir al menos tres momentos del lenguaje (escrito o de la oralidad) que
denotan intenciones y alcances diferentes.
El niño sigue ese camino para dar cuenta de una
imagen, enumera objetos o personas, y de a poco, va incluyendo relaciones e
intentando abarcarlas en un proceso comprensivo. Ponerse en el lugar de un
semejante y reconstruir para él su imagen mental, provenga de la fantasía o de
su aprendizaje, es también la expresión de un logro epistemológico.
Para ejemplificarlo, vayamos a una situación que
podamos compartir. Tomemos un cuadro conocido. Si observamos el óleo de de la
Cárcova, Sin pan y sin trabajo, y nos
preguntan qué vemos en el cuadro, podemos enumerar
los elementos, por ejemplo: una mujer, con un bebe, un hombre, una ventana, más
allá una fábrica. O podemos describir la
escena, diciendo que se trata de una pareja mirando por la ventana una
fábrica cerrada. Más aún, podemos, en este caso apoyados también en el título, interpretar que la pareja de padres
está pasando junto a su hijo, una circunstancia dramática de indefensión,
motivada por la falta de trabajo. En cualquier relato, gráfico, gestual o
literario, podemos quedarnos en la enumeración, o podemos ir más allá. Podemos
plantear la inestabilidad de la escena, un futuro incierto, la búsqueda de
explicación, en resumen: un conflicto, explícito o no. En eso reside la esencia
del cuento. Lo que convierte en cuento al relato es el giro dramático de la
situación, una modificación del estado de cosas.
El cuentista eligirá el camino a seguir para
comunicar la acción implícita en la historia, pero es esta etapa de la
observación (de la realidad o de la fantasía), la que constituye el material
del cuento. La acción, la evolución, el giro que se produce en la situación
planteada. La mirada del cuentista rompe la estática.
En este sentido, se puede decir que el cuento es
el género literario más antiguo y es eterno. Nace con la necesidad de comunicar
lo que nos pasa. Está en el origen del lenguaje y cada vez que informamos de
nuestros actos o los de nuestros vecinos, que nos parecen significativos,
estamos, en alguna medida, iniciando un cuento. Verídico o no.
Sin embargo, hasta las historias más interesantes
pueden resultar aburridas si están mal contadas. Tal vez por ser un fenómeno
natural a la especie humana, tardó en constituirse en un género y en volverse,
su técnica y clasificación, materia de estudio. Dice Gabriel García Márquez:
“la mitad de los cuentos con que inicié mi
formación se los escuché a mi madre. Ella … nunca oyó hablar de discursos
literarios, ni de técnicas narrativas, ni de nada de eso, pero sabía preparar
un golpe de efecto, guardarse un as en la manga mejor que los magos que sacan
pañuelitos y conejos del sombrero”.
EVOLUCIÖN DEL TEMA
En otros tiempos, la imposibilidad de explicar
racionalmente algunos fenómenos, enriquecía la fabulación que suplía al
conocimiento. Los sucesos amenazantes y la falta de información era fuente de
rumores que se convertían en leyendas. La superstición y la religión aportaban
relatos que no exigían comprensión.
Pero los orígenes del cuento escrito parecen
remitir a Oriente y a Las mil y una noches, textos que demuestran que ya había
una compilación de relatos de culturas diversas.
Viajeros de distinto tipo contribuyeron en la
difusión y el mismo cuento puede reconocerse, cambiado, en zonas muy distantes.
Incluso, los conocedores de la cultura celta aseguran encontrar en los cuentos
clásicos que nos llegaron desde Europa, las narraciones orales de esa
civilización.
Desde tiempos remotos, mitos, leyendas,
parábolas, apologías, aparecen ligados a una intención didáctica. En la edad
Media, la fábula expresa un objetivo claramente moralizante.
El avance científico y su difusión fueron
alejando al lector adulto de lo fantástico, pero la evolución de la ciencia, del siglo XIX al XX,
volvió relativo el conocimiento tradicional del mundo que nos rodea, creando
dudas acerca de lo lineal del espacio, de la relatividad del tiempo y de la
verdad de nuestra conciencia, abriendo nuevas puertas a los fenómenos que antes
dábamos por seguros. Y lo difícil de explicar en forma lógica, comenzó a ser
lícito nuevamente.
Los cuentos infantiles son de aparición tardía en
el desarrollo de la narrativa. Los hijos compartían los relatos que escuchaban
los mayores y no se buscaba suavizar el
dramatismo de los argumentos, ni bajar el nivel de su complejidad para ellos.
Los chicos fueron considerados como un segmento especial, en un período relativamente
reciente, tanto para la oralidad como para la lectura.
Los cuentos de Perrault o de Christian Andersen
han sido adaptados a través de distintas modificaciones que se consideraron más
adecuadas para la mente de los menores. Incluso hay estudiosos que afirman que
estos autores habían ya moderado relatos de origen celta, de un dramatismo más
severo.
La cantidad de literatura escrita especialmente
para niños se hizo numerosa. Actualmente, la
literatura infanto-juvenil está muy desarrollada y constituye un segmento
prolífero, que trata temas de la realidad que por mucho tiempo estuvieron
vedados a los libros para chicos. Hay lectores –adultos o niños- que no toleran los
finales tristes y los hay que huyen de los finales felices. Hay para todos los
gustos y no es intención de estas páginas hacer recomendaciones
pedagógicas. Quienes evitan el final
dramático valoran la función reparadora de la solución de los conflictos. Por
el contrario, quienes los consideran poco realistas, aprecian el papel que
cumplen en la elaboración de los conflictos personales, los textos dramáticos.
Y esos efectos pueden observarse tanto en el lector como en el escritor. Dijo Cortázar: “Quizá
sea exagerado afirmar que todo cuento breve plenamente logrado, y en especial
los cuentos fantásticos, son productos neuróticos, pesadillas o alucinaciones
neutralizadas mediante la objetivación y el traslado a un medio exterior al
terreno neurótico; de todas maneras, en cualquier cuento breve memorable se
percibe esa polarización, como si el autor hubiera querido desprenderse lo
antes posible y de la manera más absoluta de su criatura, exorcizándola en la
única forma en que le era dado hacerlo: escribiéndola”.
LO
FANTÁSTICO
Más
allá del éxito que los protagonistas logren en el desenlace de los cuentos, el
contenido de toda la literatura de ficción podría clasificarse, groseramente, a
los efectos de esta conversación, en realista y fantástica, considerando como
realistas a aquellas obras que cuentan hechos reales o que podrían haber
ocurrido o describen situaciones dramáticas a manera de registro o testimonio. Bajo este rótulo, suelen ubicarse
a las obras de descripción minuciosa, detallistas que intentan una reproducción
cabal de escenario y personajes. También, la temática que refleja la crudeza de
la vida humana.
En
nuestra literatura ha tenido un desarrollo notable el fatalismo
latinoamericano, tanto por su calidad como por su abundancia, que trascendió
las fronteras y todavía sigue vivo. Por otra parte, son producciones difíciles
de encasillar. La mirada trágica recuerda a los griegos y a las peripecias de
personajes mitológicos o legendarios cuyo fin parece predestinado.
La
fantástica, en un sentido amplio, narra episodios que sólo pueden darse en la
imaginación, hechos que la razón no puede explicar. Y cabría diferenciar los
cuentos maravillosos de los fantásticos propiamente dichos. Nos dice Laura Massolo que los cuentos
maravillosos, implican un acuerdo tácito acerca de poderes de los personajes. Aceptamos
que el hada pueda usar su varita y la bruja su maleficio. Es común en los
cuentos para niños. En cambio, lo fantástico implica superposición de niveles,
la irrupción de un espacio confuso, el corte, la extrañeza. La continuidad de
los parques, De otro cielo, La noche boca arriba y varios cuentos de Cortázar,
suelen citarse como ejemplos.
De
todos modos, un fenómeno cuya comprensión cabal se nos escapa, impone un
quiebre a nivel epistemológico. Un pacto de credulidad o simplemente la
aceptación de la obra fantástica como un hecho, sin analizar su posibilidad.
Según Cortázar, lo fantástico no es un género, sino un sentimiento. Un
sentimiento que se hace real a través del clima y el tono de sus cuentos.
La intención de clasificar los géneros
en forma rígida es imposible y, además, ajena a los objetivos de este
ensayo. Sí, es oportuno recalcar que muchas de las variantes que de alguna
manera participan en esta categoría implican un esfuerzo epistemológico
diferente. El surrealismo, por ejemplo, exige un recodificación del texto, cuyo simbolismo puede resultar
hermético para el lector. El autor de realismo mágico describe la realidad
mediante hipérboles, hechos extraños, a veces absurdos y, paradójicamente, a
través de lo irreal, logra hacer “más real” la trama y el escenario que el
lector reconstruye. El lector tiene, en
la literatura actual, un papel protagónico; en cualquiera de los géneros, o
estilos, o escuelas literarias que abordemos, el lector avanzado se tutea con
el escritor. Monterroso, al respecto, con su habitual ironía, le recomienda al
escritor: “Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que
en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que
efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que
él.”
PODER DEL CUENTO
Más allá del interés por el género elegido, pero sobre todo en el
fantástico, el cuento puede ofrecer más acercamiento a la realidad o puede
brindar un mundo paralelo donde todo es posible para el autor y, de un modo
distinto, también para el lector. La ficción es una versión del mundo del
juego, un sitio donde todo “es como sí”, donde el símbolo cambia las reglas del
tiempo y el espacio, las demora, las desplaza. El escritor entra a un escenario donde todo puede ser y el lector lo
comparte y lo recrea. La ficción libera los residuos del pensamiento mágico: el
animismo y la omnipotencia que caracterizan a la infancia.
En las últimas décadas el mercado editorial ha
logrado éxitos de venta de obras que en cierta forma retoman características de
los relatos antiguos de tipo mitológico y heroico. Hay un tipo de lectura y
cine, que comparten públicos adultos y adolescentes, tal vez porque cumple con
los requisitos del pensamiento mágico mencionado. Por otra parte, es llamativo
que en épocas en que el hábito lector ha decaído por el avance de otros medios,
libros de extensión considerable atraigan a gente joven. Si observamos la trama
de esos relatos, como otros de aventuras contemporáneos, tienen como factor
común la oferta de acción continua y/o
sexualidad, a través de todo el desarrollo, estrategia propicia para competir
con otros medios que brindan lo mismo y tienen un atractivo visual difícil de
ignorar. Por supuesto, eso no significa que necesariamente carezcan de valor
literario. Las hay de todo tipo. Desde el punto de vista epistemológico, seguir
una trama compleja requiere cierta concentración, pero si el estímulo es
invasor, atenta contra la oportunidad de reflexionar.
Por otra parte, el microcuento, que no es una expresión nueva, últimamente ha
sido valorizado como género. Más allá del valor literario que pueda tener cada
producción, representa un desafío epistemológico.
Se trata de conservar los requisitos de un cuento
(secuencia de cambio), extremando la economía de los recursos comunicativos.
En el
micro cuento, cada palabra tiene una fuerza definitiva y adquiere un valor
dramático. Ninguna palabra puede ser dicha en vano.
El objetivo es lograr que la brevedad del mensaje
no contribuya al empobrecimiento del lenguaje, sino a enriquecerlo a través de
la sutileza y de la precisión conceptual.
. “El
oficio de mentir”, como llama Abelardo Castillo al del escritor, puede lograr
sufrimiento, risa, llanto, enojo o refugio de los problemas personales. Y todo,
dentro de esa realidad paralela.
Pero, por supuesto, cómo
lograr que el lector quiera estar en ella tiene sus misterios.
Es sabido que los más pequeños disfrutan de las rimas
sonoras y del ritmo, más que de la trama del relato. Algo de esa música que
acompasa al cuento es importante siempre. Sin duda, era valorada por Cortázar,
cuando decía: “A mis traductores les exijo que vigilen ese
ritmo, que hallen el equivalente porque sin él, aunque estén las ideas y el
sentido, el cuento se me viene abajo.”
Concebir una historia y escribirla es un paso
fundamental en el proceso comunicativo, pero el ciclo se completa cuando la
obra llega a los demás. Especialmente en el género cuento, que implica desde su
origen “dar cuenta de”. Poder ponerse en el lugar del lector constituye un paso
epistemológico decisivo para el escritor, si puede priorizar el lucimiento de
la historia, sobre el propio y darle lugar a quien la recibe.
En las últimas décadas ha vuelto el fenómeno de la
narración oral que, como en los primeros tiempos, lleva la obra de los cuentistas
al público interesado en escucharlas. Tal vez, esto guarde relación con el
alejamiento de la lectura por parte de la población, que quiere el producto
elaborado por otro pero, aparentemente, expresa también la necesidad de
recuperar una intimidad perdida, una voz que personaliza el mensaje, como
cuando lo recibía de niño. Una vuelta a las fuentes, en un mundo tecnológico y
masificado.
El cuento pone en marcha el patrón más antiguo de
la comunicación humana, que a pesar del individualismo creciente y de los
avances mediáticos, sufre cambios, pero permanece.
Notas
Cáceres Romero, Adolfo: Escritor y crítico literario
boliviano (Oruro 1937)
Castillo, Abelardo: Cuentista Argentino (Bs.
Aires 1935)
Cortázar, Julio: Cuentista Argentino (1914-1984)
De la Cárcova, Ernesto: Pintor argentino
(1866-1927)
Massolo, Laura: Cuentista argentina, estudiosa del cuento
latinoamericano (Bs.As. 1956)
Monterroso, Augusto: Cuentista hondureño-guatemalteco- microrrelatos (1921-2003).
CONCLUSIONES
Encontramos el germen de la actividad narrativa
en las figuras que el hombre primitivo dejó como testimonio de los elementos
que lo rodeaban y también de su forma de vida,
de sus deseos y sus temores. Esos testimonios van avanzando en
complejidad y precisión a medida que avanza la capacidad simbólica. La adquisición del lenguaje articulado marca un hito
epistemológico. Este nuevo camino recorre los mismos pasos que muestran los
dibujos: primero aparece la función sustantiva, luego el verbo y después los
demás elementos gramaticales. Etapas que también recorre el niño en su
aprendizaje La comunicación oral como
medio de relación entre los seres humanos y
de conservación de la cultura perdura en el tiempo a pesar de la
aparición posterior de la escritura y de
la imprenta.
Mitos, leyendas y fábulas representaron los
temores y creencias de la humanidad y los relatos mostraron principalmente una
intención moralizante.
El avance de la ciencia hizo, por un tiempo,
retroceder el género fantástico. Este género
comprende contenidos tan variados que hacen imposible una clasificación
precisa. Pero los descubrimientos científicos del siglo XX que relativizaron
afirmaciones anteriores, habilitaron nuevamente la producción de ese tipo de
obras.
Los cuentos permiten al autor y al lector
acercarse más a lo real o entrar en un mundo paralelo que devuelve la
omnipotencia y el animismo infantil y lo aleja de lo cotidiano. Parece ser el
caso de algunas obras de moda que
retoman lo mitológico y lo mágico.
El auge de la narración oral de las últimas
décadas es un fenómeno que devuelve a la comunidad el contacto humano y
representa un intermediario entre el
autor y el lector, en tiempos en que la lectura disminuye.
Noemí Brown
:
NOEMÍ
IRMA BROWN Se graduó en Cs. de
la Educación en la U.B.A.en 1969. Algunos de sus antecedentes como Cuentista son: Primer Premio Miguel Briante, Gral. Belgrano,
Pcia. Bs. As. (2005)/Primer Premio Rosa
Tejada Vázquez de Theaux, Villa María, Córdoba (2005)/Primer Premio R.E.I.A.Avellaneda, Pcia. Bs. As. (2006)/Finalista Certamen
Ana María Matute, Ed.Torremozas, Madrid (2006 y 2011)/Primer Premio Carlos
Casado, Casilda, Santa Fe (2007)/Primer Premio S.A.D.E. San Genaro, Santa Fe,
(2008)/Mención Única en Cuento Grupo Malos Ayres, Cdad.
Bs. As. (2009)/Primer
Premio Ami Díaz, Jovita, Córdoba (2009)/Segundo Premio Carmen Martín Gaite, Madrid
(2009).
Publicó:
“…basta un botón”, cuentos, Ed. Blue Eagle Group, Bs. As.(2011)
1 comentario:
!Gran escritora y muy generosa Noemí Brown! Sus cuentos fueron narrados en distintas ocasiones y siempre su mirada fue muy indulgente para los cuentistas
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