Noemí Brawn
La chica del burdel
Escapa del
burdel, dejando atrás el cadáver de su madama. Corre hacia el Jardín Botánico
para deshacerse del arma. Un policía, que observa, le ofrece ayuda. La justicia
no le pedirá cuentas. Pero él sí, y sabe cómo cobrarlas.
Sombrero de paja
Sobre el campo amarillo los brazos oscuros van desnudando el suelo. A
la sombra escasa de un sombrero de paja, el hombre suda, sobre la tierra,
segando mieses. El sol reseca las manos, los hombros queman, el campo es fuego.
Cuando el día es un saludo oblicuo sobre los cosecheros, el hombre del sombrero
de paja deja el sembradío y en fila, junto a los otros peones, reclama su
jornal. Recibe una bolsa de harina, alguna fruta, queso y vino. Va para su
rancho, pero no entra, tal vez hoy tenga suerte. La vio pasar hace un rato por el camino.
Llevaba al hombro una tinaja, seguro que venía del pozo. Seguro que ahora está
en su casilla. Adónde ir en medio del campo después de servir a los patrones.
Las mujeres solas no andan por ahí cuando cae el sol.
Y golpea las manos, anunciándose; la ve asomar sorprendida y reconoce
en la sorpresa la bienvenida. Él deja la harina sobre la mesa de madera, junto
a la botella, la fruta, el queso. Y el gesto es un convite. Cuando los ojos de
ella lo acompañan, se saca el sombrero, como quien desensilla. La mujer vuelca
agua, en las manos ajadas, sobre el lebrillo y le alcanza la toalla que colgaba
de un clavo. Entonces, él descorcha el vino y acepta un vaso.
Ella se mueve en el cuarto
buscando lo necesario y la pollera floreada, como en un escenario, baila entre
las cuatro paredes de madera. Enciende el candil. Sobre la tabla, la harina
espera el milagro. La última claridad pone reflejos sobre la piel del hombre.
Aceite agua y sal. Los hombros de la mujer se mueven, los brazos son un cuenco
y los dedos, alas blancas sobre la masa. Él busca leña para hacer el fuego.
Brilla el vino en los ojos y en las bocas.
Noemí se presenta en el encuentro
Castillo de naipes
Sobre el mantel a cuadros, el chico junta el rey de oro con el de
copas formando ángulo y arrima dos caballos a los costados El hombre entra a la casa sin aviso. La puerta se
cierra violentamente a sus espaldas. Ella deja de lavar los platos, se seca las
manos en el delantal, y lo mira sobre el hombro, con los ojos muy abiertos.
Pone dos
caballos como techo
Busca los ojos del marido. Él no pide explicaciones. La sacude y grita
un insulto. Ella responde con una pregunta. El hombre no da respuesta.
Con dos sotas, comienza otro piso
En el silencio recién instalado, suena una cachetada. La mujer corre
hacia la habitación. Él la retiene por un brazo. Forcejean.
Usa dos reyes como laterales
Ella se escapa de la garra. Toma un cuchillo de la mesada y lo alza
hacia el hombre.
Prepara dos ases para techar la
planta alta
Después del portazo, el insulto del hombre se pierde en la calle.
El castillo de naipes cae sobre el mantel a cuadros.
Ataque
Se lo reconoce por la baba en los ojos; es el que ronda.
Se lo reconoce por los pasos de barro; es el que
persigue.
Se lo reconoce por sus manos candado; él es el violador.
Se
me reconoce por el asco en la carne: yo soy la víctima.
Noemi junto a Liliana Zepilli y Carlos Perez
Los
caminos
El
vehículo sigue la ruta, falta poco para llegar. Está
muy cerca.
Demasiado cerca. El asfalto es una pasarela
gris, sin titubeos, que lo llevará a destino. Nada puede impedirlo. Ni el
clima, que se ve radiante. Ni el tráfico, casi nulo a esta hora del día, ni su
necesidad de detener el momento.
A ambos lados de la ruta se abren caminos
insignificantes, sendas casi, que vaya a saber a dónde conducen, el suyo, en
cambio, es claro, indiscutible, único.
Si pudiera. Un cambio de noventa grados en la dirección, y la
superficie transitada se haría polvorienta. Se sacudirían a su paso las piedras
sueltas, sobre el silencio de la tierra. Árboles mansos refrescarían la marcha,
se oiría algún tero disimulando el nido; el andar de un riacho paralelo al
suyo; un perro ladrando. Imagina la casa tapada por un monte de eucaliptos.
Casi puede escuchar la voz de una mujer joven, que espera.
Si pudiera. Pero la verdad del
asfalto continúa. No hay nada que pueda postergar su turno. Ni el clima, que se
ve radiante. Ni el tráfico, casi nulo a esta hora del día, ni su necesidad de
detener el momento.
Ahora
sí el camino dobla. Bajo las ruedas se abre una calle
secundaria. Desde el arco imponente, una proyección de alas mancha la calzada.
Cuando el coche ingresa, la sombra vibra, negro sobre negro. Después, la
silueta del ángel del cementerio vuelve a ser una cachetada sobre el asfalto.
Ponencia
ANIMALES
FANTÁSTICOS, MITOS Y LEYENDAS
El papel del
símbolo en la mitología y en la literatura
La
intención de las siguientes líneas es reflexionar sobre las condiciones que
hicieron posible la aparición de mitos y su difusión, analizando algunos seres
fantásticos y considerando la función del símbolo en la vida de los pueblos y
en la literatura.
Desde sus orígenes, el hombre ha buscado
explicación para los fenómenos que lo rodeaban, como lo periódico de las
manifestaciones de la naturaleza, la relación con las otras especies y, sobre
todo, el origen, el futuro y el significado de su propia existencia. Puso
especial atención en detectar las señales que pudieran darle una guía para
enfrentar las situaciones que lo desafiaban.
Mitos
Se define al mito como
“Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por
personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen
del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.”
Constituyen un intento por calmar la
ansiedad que le provoca la falta de información cosmogónica y comprender los
peligros que enfrenta. En esa búsqueda, cada pueblo construye respuestas
diferentes. Las culturas primitivas,
crean teologías animistas, zoomorfas y/o antropocéntricas, adjudicando
intención a las fuerzas naturales y/o animales que los rodean. Proyectan en
ellos sus temores e interpretan en sus manifestaciones la aceptación o
reprobación de sus conductas, decidiendo, según ellas, las normas de vida.
La fantasía que engendra dioses y
monstruos, a partir de las formas conocidas, deposita en ellos la matriz de sus
conflictos primordiales. El temor que se convierte en admiración, y también el
deseo, que se convierte en culpa.
El relato mítico cosmogónico presenta un
lenguaje altamente simbólico, donde los elementos cósmicos pueden poseer un
diseño zoomorfo.
En
términos generales, el animal representa lo instintivo, el inconciente, la
oscuridad de lo desconocido, las fuerzas cósmicas y los orígenes de la
humanidad. Su existencia abarca los tres niveles del
universo: Cielo, Tierra e Infierno. La diversidad de formas zoológicas le
brinda a la imaginación una posibilidad combinatoria infinita.
Noemi leyendo sus trabajos
Animales
fantásticos de Grecia y otras comunidades
(ejemplos)
Observando mitologías de diferentes
culturas, vemos que a pesar de la variedad de manifestaciones, hay importantes
coincidencias en la respuesta que muchas comunidades dan a los misterios cosmogónicos. Pensemos en el
simbolismo de los animales fantásticos
más difundidos. Dragones, o seres muy similares, aparecen en lugares muy
distantes.
El dragón
es asociado a la lucha. Generalmente con héroes o dioses. Aunque tiene
diferentes características en distintas civilizaciones, se lo relaciona con la
armonía cósmica; como guardián del paso entre la vida y la muerte, controla el
caos. Se asocia a la inmortalidad. Relacionado con la fertilidad, trae el rayo
y la lluvia. Se expresa a través de los cuatro elementos: tierra, agua, cielo y
fuego. Es símbolo de poder y también de las tendencias regresivas del yo. Para
la mayoría de los europeos era destructivo. También para los persas. Sin
embargo para los romanos era símbolo de poder y sabiduría.
Para el lejano oriente significa buena
suerte, salud, fuerza y sabiduría. Son benéficos, no tienen alas ni escupen
fuego y son emblema del emperador. Para los celtas era una divinidad de los
bosques, que podía ser controlada por los magos, que los usaban en su favor.
Para los eslavos era una manifestación del dios Veles, señor del Mundo
Subterráneo, adversario del dios del trueno, Perún. El cristianismo adoptó la
idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis. En el arte cristiano se lo dibujó bajo los pies de santos y
mártires representando el triunfo de la fe sobre el diablo.
En El libro de los seres imaginarios, Jorge Luís Borges dice:
“Ignoramos el sentido del dragón, como ignoramos el sentido del universo, pero
algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres”.
Los centauros eran seres con cabeza y tronco
de hombre y el resto del cuerpo semejante al de un caballo. Descendían del
primer humano que había matado a un miembro de su familia y concebido a un centauro.
Vivían en los bosques, se les consideraban bestias sin civilizar, que se ponían
peligrosos con la bebida.
El unicornio en la Edad Media
estaba considerado como un animal fabuloso capaz de derrotar a animales más
fuertes. Su origen se discute entre la India, los vikingos, Grecia y la Toscana. Se lo
representaba blanco, con un cuerno en la frente. A veces con patas de antílope,
barba de chivo y cola de cerdo. Se creía que el cuerno tenía poderes curativos
y que otorgaba longevidad. En algunos aspectos encarnaba poderes similares a
los del dragón en lo relativo a la lluvia benéfica y la armonía. Para los
chinos representa potencia y pureza. Encarnaba las virtudes regias Era de buen
augurio. Su cuerno era la espada de la justicia, la elevación hacia lo
espiritual, el falo psíquico, el amor carnal no consumado. Sublimación. Era poderoso, pero podía ser cautivado por el
perfume de la leche virginal.
A veces se lo dibujaba
enfrentando a otro unicornio en clara expresión de lucha entre lo terreno y lo
espiritual.
La quimera, en la mitología griega, hija de
Tifón y Equidna, representa la exasperación por los deseos frustrados. Seduce y
pierde a los que la siguen. Se le atribuye la perversión espiritual (cola de
serpiente), fuerte sexualidad (cuerpo de cabra) y tendencia autoritaria nefasta
(cabeza de león). También se la representa con varias cabezas, una de cabra y
otra de león y expulsando fuego por la boca. Era muy peligrosa. Objeto de
complejas configuraciones contradictorias, pasó a ser sinónimo de idea falsa,
incongruente.
Pegaso era, para los griegos, un caballo
alado, hijo de Poseidón, su nombre deriva de la palabra fuente. Fue montado por
Beloferonte y al resistirse hizo brotar, con una coz, una fuente, de la roca.
Una fuente alada que creó el trueno y el rayo. Es símbolo de fertilidad por
elevación, llega a regiones sublimes. Se contrapone al Centauro, monstruo
mítico terrenal. Era el caballo de Zeus y llegó a estar entre los dioses. Había
nacido del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la cabeza a Medusa.
Se representa en blanco o negro y puede volar gracias a sus alas. Durante el
vuelo mueve las patas como si corriera en el aire.
Noemi en la Escuela Antonio Torres Junto a Hector Vigna y Luis Lujan
Animales
en la mitología americana
(un ejemplo)
Analizando, como ejemplo de civilización americana, la de los pueblos Incas, vemos que crearon una cosmogonía
muy elaborada, que no se relaciona con animales de formas fantásticas, pero el
animal forma parte importante de su imaginario.
Su religión se centra en los astros. Es animista, el Sol Inti, no es un símbolo divino, no
representa al dios, es el dios.
Además, Viracocha es el
Señor, el dios creador. Surgió de las agua, creó el cielo y la tierra y fue
nómade. Iba acompañado por un ser alado, el Pájaro Inti, colibrí, mago
conocedor del pasado y el futuro. Sus plumas adornaban la corona del emperador.
Otros dioses compartían el panteón de los incas: Mama Cocha, diosa que calmaba las aguas y protegía la pesca. Era lo
femenino. Illapa, dios de la
batalla, era la trinidad formada por el rayo, el trueno y el relámpago. La
luna, Mama Quilla, esposa y hermana
de Inti, protegía a las mujeres. Pacha
Mama, era la tierra y representaba la fertilidad agrícola. Mama Sara, o Madre maíz, a través de
figuras de piedra que protegían los alimentos.
Las constelaciones eran dioses menores, que
se encargaban de cuidar diferentes aspectos de la vida de la comunidad.
Los animales que los rodean eran
apreciados en virtud de ser dones que los dioses les proveían y del servicio
que les prestaban. Así, veneraban al oso, mensajero de los dioses, que al bajar
de la montaña, mediaba entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal.
Admiraban la gracia, la fuerza y la astucia del puma y castigaban a quien matara una vicuña,
apreciada por su vellón. La llama les daba carne, lana, leche y un medio de
locomoción. Era usada en sacrificios a los dioses (enteramente blanca o
enteramente negra). Pero era sagrada en cuanto, para los incas, detrás de cada
llama real, había una celestial, un arquetipo, en una constelación. Su origen
estaba explicado en una leyenda relacionada con una pareja desobediente que se
unió a pesar de la prohibición. Fue convertida en una pareja de llamas por la clemencia al dios Viracocha.
Una vez descubiertos fueron ejecutados. Los espíritus emprendieron viaje a la
vía láctea. Cuando llegaran hasta el dios, recuperarían su forma humana.
La
leyenda
Se
define como: Historia o relación de la vida de
uno o más santos/ Relación de sucesos que tienen más de
tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos.
A veces, la definición de leyenda
se superpone a la de mito y en muchas creencias ése sería un concepto difícil
de precisar. Algunos la circunscriben a narraciones fantasiosas basadas en la
realidad, que no intentan dar cuenta del origen del mundo y forman parte del
folclore de un pueblo, con un fin moralizante o didáctico.
Posiblemente se desprendieron de
antiguos mitos y pasaron por tradición oral al folclore. A lo largo de América
del Sur abundan las leyendas. Generalmente remiten a seres fantásticos con
poderes ocultos de los cuales hay que prevenirse mediante rituales
tradicionales, acuerdos directos o
simplemente con una conducta correcta.
Llama la atención la frecuencia de leyendas referidas al origen de seres
malignos, de forma animal. Su génesis suele ser un castigo o una maldición. Por
el contrario aparecen animales o plantas cuya existencia fue el producto de la
compensación a un humano que perdió la vida en forma injusta o heroicamente.
Tal es el caso de la leyenda del seibo, del girasol, de la luciérnaga o del
chogüí. Los personajes malignos, como el lobizón, el familiar o el basilisco
son siniestros, los otros adquieren, con la transformación, una trascendencia
que niega la muerte. La flora es, por lo general, una presencia amigable y los
animales voladores se asocian a la libertad y a lo celestial.
El símbolo
A pesar de las diferentes respuestas a esas
inquietudes, la presencia del animal, real o su derivación fantástica, como
representación de arquetipos, de valores y sentimientos, siempre estuvo
presente en el imaginario colectivo, con diferentes connotaciones. En el
Diccionario de los Símbolos: Jean Chevalier
afirma que “la palabra símbolo revela variaciones de sentido
considerables (…) Por esas confusiones el símbolo se vuelve anodino, se
degrada” Considera necesario distinguirlo de otras “formas figuradas de la
expresión que tienen en común ser signos y no rebasar el plano de la
significación”, como la metáfora, la alegoría, la parábola o la analogía.
Jean Chevalier afirma que “el símbolo se distingue
esencialmente del signo en que éste es una convención arbitraria que deja el
significante y el significado (objeto o sujeto) ajenos uno a otro, es decir,
que el símbolo presupone “homogeneidad del significante y del significado en el
sentido de un dinamismo organizador”. Y cita a Gilbert Durand que “…funda sobre
la estructura misma de la imaginación, “ese dinamismo organizador…factor de
homogeneidad en la representación. Lejos de ser facultad de formar imágenes, la
imaginación es potencia dinámica que deforma las copias pragmáticas
suministradas por la percepción y ese dinamismo reformador…llega a ser el
fundamento de la vida psíquica entera. Podemos decir que el símbolo posee algo
más que un sentido artificialmente dado, porque despierta un esencial y
espontáneo poder de resonancia”
Chevalier
agrega “…sería un error creer que la abstracción creciente del lenguaje
científico conduce al símbolo; el símbolo está cargado de realidades concretas.
La abstracción vacía el símbolo y engendra el signo; el arte por el contrario,
huye del signo y nutre el símbolo”.
La supervivencia del mito
Si la ignorancia
y el peligro potencial cimentaron los mitos que conocemos, parece apropiado relacionar su creación y
permanencia en el tiempo, con el fenómeno del rumor, tratado por Allport y
Postman. Aunque este fuera estudiado en situaciones muy diferentes (como el
contexto bélico del siglo XX), el mito presenta los dos elementos que según
estos autores deben darse para la aparición y desarrollo del rumor: ambigüedad cognitiva y ansiedad.
Según Allport y Postman: El rumor circula en función
de la importancia por la ambigüedad.
“Los rumores emergerían de una atmósfera de
incertidumbre, como una forma de resolver la tensión asociada a la ambigüedad
cognitiva. Por la ansiedad personal
experimentada ante la cuestión.”
Revisiones posteriores de la dinámica del rumor valorizan también el papel de la credibilidad, “La
retransmisión del rumor sería una manera de validar ciertas emociones y
actitudes. Para poder validarlas, deben pensar que el rumor tiene algo de
verdad.”
El hecho de que
los temas que ocupan a los personajes mitológicos son los mismos que mueven a
los humanos, ambición, sexo, celos,
envidia, rencor, rivalidad, y otros, con los que pueden fácilmente
identificarse, explica la credibilidad que genera el mito y su difusión, en
virtud de la resonancia que el símbolo pone en marcha.
El animal y el hombre en la
literatura
La
búsqueda de relación entre el hombre y
otros animales, para resaltar las diferencias o por el contrario para
anularlas, aparece a lo largo de distintas manifestaciones humanas.
Cotidianamente, en el lenguaje coloquial,
como epíteto amable o insultante. Además, las posibles influencias cósmicas
sobre el temperamento de los individuos son expresadas en el zodíaco (occidental y oriental), mediante la clasificación de
los temperamentos resultantes, equiparados a los rasgos atribuidos a diferentes
especies.
Pero sobre todo, cumple un rol fundamental
en las arte, especialmente en la literatura. El animal como protagonista del
imaginario humano puede adoptar niveles de representación diferentes. A veces,
bajo la modalidad de alegoría, de metáfora, o de signos convencionales, otras, mediante la potencia sutil del
símbolo.
A través de la obra de Esopo, (siglos
VI-V a.C), Jean de la
Fontaine (siglo XVII), Iriarte, Samaniego
(siglo XVIII en España) y otros, la
fábula produjo abundante material cuyo contenido moralizante tuvo gran
resonancia popular, al usar como estrategia, la imagen estereotipada de los
animales, que por analogía, se traslada al hombre. Se la ha definido como: “Breve relato
ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica frecuentemente manifestada
en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros
seres animados o inanimados.”
Pero en ella, generalmente, el mensaje llega a
través del reemplazo del protagonista humano, por un animal convertido en
estereotipo. A tal efecto, la intención del relato, es explicada en el
desenlace. En este género la función
simbólica desparece casi por completo.
La literatura como caja de
resonancia de los mitos de la humanidad a través del símbolo
La Mitología, a la que tanto ha
recurrido la Literatura, está cargada de símbolos. Algunos autores han extremado
el hermetismo del símbolo, otros llevaron el realismo y el mensaje directo a
sus mayores expresiones. Hay símbolos universales y símbolos acotados a ciertos
grupos o personas. En la ficción todo cabe. Pero lo simbólico reaparece con
insistencia, por deseo conciente del escritor, o a pesar de él, ya que en su
obra permanecen, en mayor o menor medida, a través del símbolo, los mitos que
le subyacen. Cuando coinciden con los del lector, se pone en marcha ese
“dinamismo organizador” y la obra cumple su ciclo. La fuerza del símbolo y a la
vez su ambigüedad, lo no dicho, da oportunidad al lector, de ser protagonista.
Noemi recibe el certificado
Bibliografía:
Allport, G y
Postman, L.:
Teoría del rumor, Apuntes - 1947
Borges, J. L.: El libro de los
Seres Imaginarios, Ed. Bruguera- 1965
Caudet Yarza,
F.: Diccionario
de Mitología, Edimat libros, España -1998
Chevalier, Jean
y Gheerbrant, Alain:
Diccionario de los símbolos, Ed. Herder, Barcelona - 1986
R.A.E, Diccionario,
España -2013
Noemí Brown
Se graduó en Cs.
de la Ed. de la U.B.A. En el año 2000 se inició como cuentista en los talleres
de Laura Massolo. Obtuvo:
Mención
en el X Concurso Interamericano Fund. Avon,
Cdad. Bs. As. (2003)
Primer Premio
Miguel Briante, Gral. Belgrano, Pcia. Bs. As.
(2005)
Primer Premio
Rosa Tejada Vázquez de Theaux, Villa María, Córdoba (2005)
Finalista Certamen Ana María Matute, Ed.Torremozas,
Madrid (2006 y 2011)
Primer Premio Carlos Casado, Casilda, Santa Fe
(2007)
Mención Única en Cuento Grupo Malos Ayres, Cdad.
Bs. As. (2009)
Segundo
Premio Carmen Martín Gaite, Madrid (2009)
En
el año 2011 publicó su primer libro de cuentos “…basta un botón”.
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