Graciela Urcullu
NO CODICIAR LOS BIENES AJENOS
Cualquier
semejanza con la realidad es debida a los caprichos del azar.
“La motivación fue la envidia, actuaron con
discernimiento y sin piedad”, decía el Informe Psiquiátrico – Psicológico.
“Concurro a Tribunales a cumplimentar la cita con el
Juez”. Así se expresó frente a Su Señoría. Y para sus adentros: “eso si, para
enfrentar a los legales voy echa una pinturita. Muy limpia, ojos y uñas
pintados, muy bien peinada. Arreglarme,
eso me permiten hacer en la cárcel. Que aburrimiento se la pasa uno allí, si no
fuera por eso de cuidar mi aspecto... Ahora se viene el encuentro con el sicólogo y el Dr. siquiatra.
Estoy mal por que me mantienen presa y separada de mi amor y amante. El hijo,
fruto de este amor apasionado si, me lo dejan. Ninguna otra visita.
Pero no
les tengo miedo, porque “un tropezón no
es caída” .Me las he visto fiera
muchas veces, y siempre me levanté. Esta la hicimos, lo que le hicimos a la
patrona, fue por intrusa. ¿Quién la mandó a devolverse a mirar el estofado que
había metido al horno antes de salir? Si yo, que no soy tonta, iba a sentir el
olor, y cuidaría la comida. La comida es sagrada para mi entender, sino cuando
morimos, ¿que nos llevamos? Además, ¿porque era tan buena cocinera? Buena, lo
que se dice buena sí era, o se hacía, no me negaba, ni daba vueltas para
largarme un peso cuando se lo pedía, lo necesitaba para pagar el telo cuando
iba a salir a encontrarme con él. Yo me enamoré de este pibe, en la calle, casi
nos atropellamos. Más alto que yo, debía pasar el metro y setenta y cinco, boca
de labios gruesos y sonrientes. ¡Y que ojos!, te ablandaban sin hablar. Una vez
bastó de ir a tomar un café, para conocernos y saber que nos deseábamos tanto.
No salíamos de hoteles alojamientos. Yo ponía el dinero. Y ella siempre me daba
plata, sin preguntarme en que la usaría. A veces, pensaba yo, esta mujer me
mira muy seria, se dará cuenta que por fin encontré a Georgie, y que es menor
que yo? Quince años, solamente. ¿Maliciará algo? ¿Y que los adelantos de sueldo
que le pido cuando salgo son para ir a telos y amarnos con desesperación?
Estabamos frenéticos. Sexo hasta la locura. Y ahora el
psicólogo ¿que querrá saber? ¿ si estoy loca? Si me lo pregunta ya sé lo que le
contesto, sí don, pero loca de amor. ¿Se nota que a usted no le pasó nunca?
Además Jorge no bebía, y era un ejemplo de bueno y patriótico. Tanto que el Rotary le dio un premio por una cosa que
escribió sobre las Malvinas, durante la guerra. Era muy leído. Me enseñó que,
cerca de esas de esas islas robadas por los Sres. Ingleses, estaba la cárcel de
Ushuaia, y más acá está la de Santa Rosa. Y también la de Buenos Aires y cerca,
en una isla que lleva el nombre del cocinero de Juan Díaz de Solis, el
conquistador español ¿Como es que se llamaba esa isla?. En una de esas, a otra
más le ponen mi nombre, a otra isla, por buena sirvienta, digo. Las casas que
serví, siempre brillaban. ¿Como era que se llamaba la isla?, voy a preguntar en
la Alcaldía. Ayer averigüé Martín García se llama. Allí me gustaría que nos
llevaran, en barco o helicotero en todo caso, si no queda otra. Porque es una
cárcel para políticos y de seguro comen requetebién y duermen en finas sábanas,
como las de la patrona.
El olor a sándalo, que era el preferido por ella,
estaba permanente en la casa, las toallas y su ropa interior. Lo tengo metido
en las narices. Decía, no hay que olvidarse
de comprar el sahumerio y los aceites. Yo en cambio prefiero, el olor a
lavandina, porque es olor a limpio. Siempre cumplí en tener la casa limpia, eso
sí, muy limpia.
¿Por qué será que recuerdo tanto esas plantas de su
jardín, que yo tenía hasta con las hojas lustrosas? ¿Porque será que se me
viene a la cabeza, justamente, ese rosal que tenía pulgones y que no los podía
sacar? No se iban los bichos por más que les echaba agua y desinfectante.
Cuando los psicólogos me pregunten porqué la matamos,
tengo ganas de decirle, que se yo, por intrusa..., y repetir tantas veces la
historia. ¡Que fastidio!
Si, era buena, rebuena, no puedo decir que no. ¡Pero
que tenía que devolverse a mirar el estofado del horno estando Jorge fuera de
mi dormitorio! Ya habíamos embalado algunos muebles, sobre todo el de la música
y la televisión, ya nos íbamos a vivir nuestro amor como corresponde. Si casi
nos fuimos con la música y todo. No con una mano atrás y otra adelante, como
quien dice. Y ella molestando.
Muy temprano, casi de madrugada, la despertó el
timbrazo. Esta historia empezó enfocando el final, para luego ir acercando el
lente al momento inicial en que la dueña de casa abre la puerta y encuentra una
mujer de unos 35 años, pelo castaño, rasgos comunes, bien arreglada, lo que
ayudaba mucho, en la tan importante primera impresión. Aunque no era fea,
tampoco linda era si, extremamente pulcra. Respondía al aviso en el diario, a
su pedido de servicio doméstico. Tal fue como la vio por primera vez.
“Pero
eso si doña, yo necesito alojarme en su casa pues he llegado hace poco de
Bs.As., y no me queda mucho más dinero para el hotel”.
La Sra. dueña de casa no puede hacer foco, todavía.
Nunca pudo. Ve como entre sueños, recién se levanta de una pesadilla y la
mujer, futura empleada doméstica, la impresionó bien de tan aseada y compuesta.
Le contesta: “Si hija, tengo una habitación en el fondo con bañito y todo. Pase, hace frío, se puede resfriar”.
Y empecé a conocer como eran las cosas en esa casa.
Después del desayuno los señores, el padre y el hijo, se iban a trabajar al
hospital, eran médicos. La hija de Bs. As.,
no venía nunca. A la tarde, consultorios particulares. También salía la
patrona, era dentista..., y yo a fregar, siempre limpiando. Extrañaba Bs. As.,
por la mucha gente y entretenimientos y también un poco por mis hijos que dejé
con mi mamá y otra, por mi pareja. Aunque a ese lo dejé y me vine porque no me
cumplía bien, a veces no me visitaba y hasta un día me pegó. Yo plata siempre
la tuve, para eso trabajaba, sacaba la roña ajena y me pagaban bien, pero ese
atorrante no me dejaba los pesos que yo ganaba, no iba a dárselos todos a este
vago, por más bien que fuera en la cama. Si hasta decía que si trabajaba de
puta iba a ganar más, y más rápido y él, ni celoso que iba a estar. Tenía que
buscar la suerte por otros lados y me las tomé en un colectivo que me alejó
1200 km. de la Capi. A cualquier sitio daba igual. Soy fuerte, siempre me
defendí sola.
“Me enamoré, no nos cansábamos de hacer el amor. Y
claro, comenzamos a extrañarnos, hasta que lo invité a dormir conmigo todas las
noches en casa de la patrona y él dudaba. Un día me
harté y me lo llevé a la pieza de empleada doméstica
en la propia casa. A la final, él siempre hacía lo que yo decía. Comíamos la
comida que hacía la vieja. Porque ella mimaba mucho al marido y al hijo.
Cuando había peligro de ser avistado, él se metía
debajo de la cama. ¡Todos y casi todo el día se la pasaban afuera, trabajando,
comprando esto y lo otro, que se yo! Entonces él salía y podíamos escuchar
música en el fabuloso Centro Musical, bailar cuartetos, y hacer el sexo en la
alfombra, en la cocina especialmente de parados. Me la ponía por atrás y no
podía concentrarme bien en la limpieza. Meterlo fue fácil, estaba tanto tiempo,
en la casa sola. Lo difícil era mantener a los patrones alejados de mi pieza. Y
si amagaban acercarse, yo que estaba por ahí le avisaba y se metía debajo de la
cama.
¿Por qué todos se callan cuando entro a servir las
comidas? ¿Sospecharán algo? Debemos apurar los trámites y rajarnos cuanto
antes. Yo debo estar encinta, hace meses que no me viene el período.
Nunca toqué ni un vuelto. No descuidé, jamás, el aseo
de la casa, que quedaba un primor, y la patrona feliz. A pesar de que muchas
mañanas pocas ganas tenía de levantarme, a preparar el desayuno, pocas tenía,
con el bombón sobre mi, pegada al amor de mi vida. Y tan decente..., no
necesito comer me decía, con comerte a vos me basta. No te arriesgués a traer
una bandeja a la hora de las comidas. Pero como no iba a hacerlo si la fulana a
quien servía además de todo lo que tenía, cocinaba como cocinero de la tele,
gustoso, más que nada los postres y dulces..., y yo soy generosa con quien
quiero, como no le iba a convidar? Georgie era tan decente. Claro, era así
porque se crió con un padre recto que para más era policía… Jorge me contaba que se las pasaba tantas
horas a solas, mirando el techo, estudiando, pensando, calladito. Porque el
padre, llegaba del trabajo muy cansado y se molestaba por cualquier cosa. No
había que hacer ningún ruido. Nada de música ni menos televisión, donde se ve
los reportes de todo lo que él hacía en su laburo. No quería volver a ver a
tantos delincuentes, operativos de requisa, chorros. “Hay que ver cuantas bici,
motos calefones centros musicales y compus tenemos ya, pero no se sabe bien
quienes son los dueños”, les contaba. Cuando éste no estaba, no fuera a pensar
que era “rarito”, ayudaba siempre a su vieja, que en la limpieza, que en los
mandados. Hasta en la cocina. ¡Qué tesoro!”
“Se volvió a mirar el estofado, la muy tonta y Jorgito
se puso una media en la cara. Yo estaba con el cuchillo de la carne. Cuando
ella se avivó, comenzamos a empujarla y se le dio por gritar, yo para callarla
le di unos cuchillazos en la panza que la hicieron caer. Pero no se quedó
quieta, entonces Jorge medio que resbaló por la sangre en el piso, claro, y yo
le dije en el segundo cajón está el palote. Con el palo de amasar le pegaba en
la cabeza, para que se callara y quedara quietita de una vez y como seguía
arrastrándose, le dimos con uno de los sillones hasta que no se quejó más. De
la cartera le sacamos las llaves del coche nuevo, el rojo, metimos las cosas
embaladas y salimos a los piques.
Al amor no lo pueden alcanzar, teníamos todo el mundo
para disfrutar.-
“Prisión perpetua, fue la sentencia. Pero saldremos,
porque “un tropezón no es caída”. Ya planeamos como fugarnos, y ellos no van a
permitir que éste angelito se críe en cárceles o lejos de su madre. Son débiles
tienen el alma débil, se van a condoler”.
El caso causó perplejidad en la siesta provinciana.
Presentación de Graciela en el Encuentro
MALO
Me enteré. ¿Cómo? Lo presentí, lo supe, lo escuché: De mil tartarugas
marinas que salen del cascarón, en su lenta y larga travesía, solamente
llegamos a la mar una o dos. Sólo una o dos.
Para los hombres y para otros es un manjar. Cuando no los dragados en las
playas con fines industriosos, comerciales, atentan contra nuestro hábitat,
depósito de huevos.
Pero yo, Brincadeyrá, soy de tierra y estoy
segura. En Pehuajó, en esta patria hermosa que me vio crecer… ¿Segura?
¿Me tomaste por Manuelita? Ella quería hacerse el
lifting. Tal vez por eso me encerraste primero en el baúl de tu auto, luego en
un zoológico folclórico, porque… Pero ya ves, yo sólo quiero chapotear en el
barro, hasta que bañándome, me refresque de este gran calor. Lo siento pero es
la hora de decir la verdad, le guste a quien le disguste. Eres feo y
traicionero. Malo, cabeza de mono malo. No sólo conmigo, sino con tus parientes
y los míos. Siempre detrás de rejas, se vean o no. A ustedes, cabezas de mono,
parece gustarles…
Brincadeyrá no puede caminar tranquila paseando sobre
esta tierra. Si yo Brincadeyrá no quiero hacerme el estiramiento, ni me animo a
viajar a París. Enamorada sí, pero tan solita en esta jaula.
Así es tu cabeza de mono malo, vaya a saber si te
enamoraste alguna vez, por estar persiguiendo tartarugas, curiosidades,
entretenimientos, que anulen tu pesimismo y eterno malhumor. Tu soledad
acompañada de tanta gente como vos. Porque al parecer estás buscando siempre,
siempre a quien más, más se te parezca y al diferente, si es que lo ves, a
encerrarlo. Como me tocó en desgracia que me apreciaras de lejos cuando
devorabas la ruta a toda velocidad y yo pasaba por allí cerca, también…
Junto a La Prof. Elina Guzzo de Vargas , Graciela lee sus trabajos
QUELLA MUSICA
Desde su niñez tocaba el piano diariamente, sin
saber que con la música llenaba los espacios de su casa, de su mente. También
los de su familia. Por ella sus miembros
cobraban vida, luz; especialmente nonna Assunta, la más entusiasta con sus
progresos. Así desarrolló aquél virtuosismo que la hizo ser la consabida
presencia en las fiestas escolares donde acompañaba y daba visos de solemnidad
al momento, a todos los encuentros planificados. A veces, en lugar de orgullo,
sentía que era el comodín perfecto.
Un buen día ya no era una chiquilina. Su juventud
la empujaba a mirar con curiosidad y secreta envidia el importante prostíbulo
de la casa colindante con la suya. En las noches, especialmente de verano y por
las ventanas abiertas se colaba música de jazz, de trompeta. ¿Blues de
Amstrong? Música vital y profunda, como el dolor y la soledad.
Vio también como las moradoras de al lado estaban
siempre arregladas. Felices, siempre, acompañadas y festejadas. Ella, en cambio
como el tango, nunca tuvo novio y eso que era prolija, aseada, generosa. Por no
hablar de sus otras virtudes, que eso era inmodestia.
Su erotismo reprimido, se colaba en sus cuerdas
vocales, que no le respondían bien, en el temblor de los labios, en algún
brillo en los ojos.
Comprendió
que todo en la vida tenía música, aunque nadie más la escuchase. La de aquellos
peatones, los de mas allá acercándose quedamente en bicicleta, las horas de
comer y hasta cada una de las mujeres y hombres que medraban por el prostíbulo.
Todo tenía su propia música… Tal vez aquella mirada se fue corporizando. Con su
descubrimiento casual.
No sabía
porque se quedaba de mal humor cuando veía acercarse aquel hermoso hombre.
Siempre con el instrumento musical bajo el brazo buscando una compañía, que
pagaba de seguro, tocando. Hasta que un día no lo vio más. Fue culpa de esa
cualquiera que lo metió en deudas y líos con el gerente del Banco con quien la
compartía. Hoy, era buscado por la policía. A todas luces era un artista que
necesitaba cobijo. Entonces rogó a la santísima Virgen que cuidaba de los
enfermos y los perseguidos, rezó por él, así, así como le había enseñado sunonna.
Imaginó que la miraba con avidez y ella con el deshabillé transparente. Con
ropa interior roja, escasa, provocativa.
Su familia estaba en el campo. Lo vio venir
escondiéndose, entre las sombras sintió el timbre. Estiró su temblorosa mano
para saludarlo cuando abrió la puerta. El hombre se encontró con una mujer de
mediana edad, con una larga túnica y un rebozo que le estrechaba su mano. Que
se aferró a ella arrastrándolo hasta conducirlo al piano y allí tocó quella
música de jazz de los 30 y que lo obligó a acompañarla con su trompeta. La
mejor armonía que poblara su casa. Que se llenó de fuerza, languidez y poderío.
A lo lejos la puerta del dormitorio se veía en penumbras.
El secreto TATUAJE
…; las formas de la tierra
corresponden a las formas del cielo: las manchas de la piel son un mapa de las
incorruptibles constelaciones;
De Tres versiones de Judas
Jorge L Borges
¿Se puede saber la tersura
de una piel, expresión del alma? ¿Se puede presentirla? Creo que siempre se
puede, y también cambiarla, enriquecerla adornarla con nuevas manchas, letras,
dibujos, palabras. Se trata de actualizarse, como la PC.
No encontraba pareja que
durara, hasta que lo vi.
Él no obsequiaba sonrisas,
mucho menos palabras. Al fin lucía aquellas imágenes y estaban allí como
siempre, para tragárselas, digerirlas.
Lo seguí hipnotizada.
Claro, pensé, visual, hipermoderno. Se subió a la ola actual.
Muestra su mundo, intenta
que se vea lo de adentro, ya fuera y pegado a él. Lo dice su piel. ¡Su piel!
Allí estaba... Para ser muy tomado en cuenta… Y, finalmente, admirado. Conmigo
si, lo lograste... Te vi, en cuanto pasaste. Fue a causa de los tatuajes.
Encierran claves de tus más íntimos secretos. Nuestra capacidad de ver y verse
en los demás está, siempre. Detrás de un
vidrio, de una tupida cortina de lluvia. O de un tatuaje.
En tu piel conviven todas
las formas de tatuaje. En todo tu cuerpo expuesto. Las imágenes (tu ser mismo),
perforan el alma. Desee tanto que tatuaras mi nombre en algún rinconcito aún
vacante. Te miré hechizada. Lejos de mi verborragia tu piel escrita me produjo
una mudez soñolienta, un entregarse dormida.
Sin palabras, quería que
su piel hablara por él. Supe que estaba seguro de si. Tenía alma de serpiente.
Lo observaba y finalmente
me uní a su camino Ahora te llevo en la
piel y (como la antigua canción) bajo la
piel. ¡Que bueno, que erotizante!
Porque todo habla de lo que tenemos, principalmente lo de afuera.
Cada gesto, hacia el mundo y la piel ¡Ay
la piel! Que sensible es. Última posibilidad y para nosotros, suprema, del
idioma.
Ninguna mirada justifica
esa exposición circense…, opinaron los extraños. Algunos, que se cruzaban por
nuestro camino… ¡Bah! No saben de la onda actual. Aún la más convencional y
miope de las miradas puede descorrer los velos, encontrar el alma. Hay que
mirar, mirar, un alma tatuada. Descifrar
ese enigma. Se puede, todo te lo dicen las imágenes. Más o menos como las
líneas inscritas en la yema de tus dedos hablan de que eres único. Pero, es una
pena, que no se vean, a simple vista.
Quedé hechizada. Lo
repito. Me gusta repetir…
Nos encontramos en el bar
y de allí a su escueto departamento sin mediar palabra. Como con un tridente comenzó actuando.
El hizo lo suyo, yo
también. Eran aguijones que nos lastimaban y, nos excitaban.
Aunque se corre el riesgo
de arruinar lo mejor; nuestra sensitiva piel. Siempre se paga un precio. Es
ejercicio cotidiano y maravilloso.
Graciela lee poemas de su último libro
Graciela Urcullu
Psicóloga
Clínica y forense. Ha publicado trabajos de la especialidad en revistas de la
Universidad Nacional de la Plata. “Discerniendo sobre el Discernimiento” en la
revista de la Asociación de Psicólogos de la República Argentina, “La
Delincuencia Juvenil” en la revista del Colegio de Psicólogos de San Juan.
En cuanto a los
trabajos específicamente literarios publicados figuran “Los Perros del
Cementerio” y “Viaje a Misiones” en la revista Española digital “Sin Voz”
(2003) Diario Clarín (2002) algunas publicaciones del Diario de Cuyo San Juan .
“Los Perros del Cementerio” en “Poesías y
Cuentos del Mundo” (Cen Ediciones 2003).
“No Codiciar los
Bienes Ajenos en Terreno Literario. Antología Vol. IV. 2005
Presentación de sulibro A CONTRALUZ por la, Prof. Berta de Abner
Lectua de trabjos de su libro.
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