Leyenda beduina sobre la creación del
caballo árabe
Dios
recorría el mundo después de la creación cuando, al pasar por el desierto,
escuchó los gritos desesperados y el llanto ahogado de un beduino.
Se
detuvo ante él y al preguntarle por el motivo de su pena, el árabe le
respondió:
—Vi
las riquezas que otorgaste a los otros pueblos, los bellos paisajes que creaste
para ellos, en cambio a mí y a mi pueblo solo nos has dejado las arenas del
desierto.
Dios
percibió que no había sido justo en la distribución de los bienes entre todos
los pueblos de la tierra, así que pensó por un momento en una forma de
compensar a aquel hombre, y al instante le dijo:
—No
llores más, porque voy a hacerte un regalo como jamás habría soñado poseer
ningún otro pueblo.
Y tomando
con la mano derecha al viento del sur que soplaba cálido en aquel momento,
dijo:
—¡Plásmate,
viento del sur! Voy a hacer de ti una nueva criatura. Serás mi regalo y mi
desagravio, símbolo de amor infinito a mi pueblo. Conviértete en un ser único
que nunca podrá ser confundido con las bestias, porque su belleza y grandioso
porte serán su distinción.
Y
añadió:
—Te
doy: La mirada penetrante del águila, el coraje y la fuerza del león y la
velocidad y la independencia de la pantera. Del elefante tendrás la memoria,
del tigre la resistencia y el sigilo, de la gacela tomarás la elegancia ágil de
sus movimientos. Tus cascos tendrán la dureza y flexibilidad que te otorga la
magia oculta en el cuerno del rinoceronte y bajo tu pelo dormirán el calor y la
suavidad de las plumas de una paloma. Saltarás más alto que el gamo, más lejos
que la liebre y más veloz que el guepardo. El instinto del lobo vivirá en tu
corazón y te guiará para proteger a tu familia. Serán tuyos los ojos del búho
por la noche, orientándote sobre la tierra como lo hace el halcón sobre los
cielos, para que siempre recuerdes el camino a casa. Incansable en la escasez
como el camello, resistente en el trabajo como la alpaca y leal y fiel a los
que amas como el perro, con el que compartirás el amor al hombre. Te doy el
color del fuego del vientre de las hormigas y deposito en el pelo que pende
sobre tus ojos la certeza de la felicidad de una vida apacible. Serás veloz e
incansable tanto en la lucha como en la huida. Transportarás riquezas sobre tu
dorso y traerás la fortuna con tu mediación a quien aprenda amarte y te respete
en tu grandeza.
Entonces
colocó sobre el caballo una señal de gloria y armonía en forma de lucero blanco
sobre su frente y añadió:
—Y
finalmente caballo, como un regalo mío al hacerte caballo, te entrego para que
seas único en tu majestuosidad: La belleza infinita del océano y la majestad
del sol.
Tomando
un puñado de viento sopló creando al
primer caballo y mientras se maravillaba susurró en sus oídos:
—La
virtud inundará tu alma y vivirá entre el pelo de tus crines, la ventura
caminará sobre tu grupa a cada paso en tu camino. Serás mi preferido entre
todos los animales porque te he hecho soberano de ti mismo y amigo
incondicional. Te he conferido el poder de volar sin alas, así pues, ve,
caballo y vive en el desierto cuarenta días y cuarenta noches... sacrifícate
porque una vida dura te espera, aprende a resistir la tentación del agua,
broncea el color de tu cuerpo y aligera tus músculos de grasa y nunca olvides,
caballo...
Que
eres del viento... y viento debes ser en la carrera.
Fuente
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