domingo, 11 de julio de 2010
Jorge Leonidas Escuder en el Encuentro Comunitario Internacional Entretejiendo Desde el Hacer de las Palabras
El “Hacer de las palabras” pensó que sus maestros debían estar en esta antología que ya ha recorrido muchos de los países de América, Ecuador, México, Venezuela, Guatemala, Brasil, Colombia, Chile y gran parte de nuestra Argentina.
Orgullosos de ellos sintió la necesidad de engalanarse con sus poemas, búsquedas y conceptos que van marcando y alumbrando nuestro camino.
Jorge Leonidas Escudero
Sencillo, profundo, auténtico con palabras exactas que hablan de ojos caladores de vida, muestra a cada paso ese ir de frente con respeto y señorío.
Enamorado de las montañas, la gente y costumbres de San Juan. Suele decir: _ “No tengo otro objetivo que expresar lo que realmente siento.
Benjamin Valdia en el prologo de la Antología poética “Me dijo y te dijo” publicada por ediciones Azafrán y Cinabrio, dice: Jorge Leonidas Escudero nos presenta siempre la imagen del que busca. Ya sean recuerdos, detalles de la sensación, circunstancias naturales, voces o cualquier otro ademán de la vida, es constante su referencia a lo posible, y hasta lo apartado y lo oculto.
Tras la llave
¿Quién va? ¿Quién anda?
Díganme quién es y de dónde va a dónde
ese que ante mi puerta pasa a
ser feliz o a inmensamente
andar entre los que no aciertan una.
Pregunto e insisto porque anda ese hombre
con la lengua afuera por cansancio y sed
y yo corro igual ante espejismos. Buscamos
lo que jamás de los jamases, pero.
Esto es porque andamos
de modo picaflor en flores mientras
los gatos acechan. Miento,
no se trata de flores ni de gatos
sino de tantear piedras, ver si alguna
es la filosofal de toque para
cambiar nuestro mundo.
Y es mejor no decir más porque estamos
golpeando puertas del horizonte
con la cabeza y nos rebota, pelota,
sin que podamos agarrar la llave.
Y en ese expresar de forma sencilla pero exacta
nos va comunicando cada paso.
Quemazón
Allá por las alturas de Calingasta
se me ocurrió hacerme rico de endeveras.
Me metí a cateador minero y pobrecito
pretendía nada menos que oro claveteao.
Anduve picoteando aquí y allá
hasta que se me enfrió el pulso, la esperanza
se me quemó en la puerta del horno.
Tan bonitos recuerdos que me vienen
y se van ligerito
como hacer así con los dedos pasó.
Mirar en vano hacia lo ya no,
decir y digo estoy
en medio una calle solitaria
herido de quedarme aquí ¿a qué?
Supuesto es seguir la vida sigue,
tomo una piedra y la miro por toas partes,
no le encuentro lo que antes sino sólo
minerales de ausencia.
Jorge Leonidas Escudero pinta en cada poema el latir de la vida dejando ver el agrio dulce de esta.
Guanaco Relincho
Paró pata en la cumbre reinadora
y miró por el tiempo de sus hembras;
copó el viento, le puso contraseñas
y lo volcó en las cuestas azulinas.
De cogote cruzado con las nubes estuvo,
antojo de ser luz, pegado al cielo.
Corazón de algo grande parecía
diminuto en la mano de una peña.
Del alto nacedero de sus ojos, la nieve
colgaba derritiéndose para formar los ríos;
los pastos amarillos caían de su pecho
saltando las quebradas rumbo a las vegas verdes.
Y enhorquetó de pronto un eco en las orejas:
entre los farallones la piedrita movida.
Dio una vuelta en redondo, avizoró de frente
y así entró por el ojo de la carabina.
Lanzó un relincho azul, morado y negro;
le chispeó en el codillo abierta rosa;
sorprendido en secretos con su ángel
entró al revolcadero de la sombra.
Huyeron las guanacas por las crestas;
hilaron con su lana los abismos;
y la cumbre quedó sin corazón arriba,
como un grito en la nada, sólo piedra.
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1 comentario:
¡Que belleza! ¡Que maravilla de poeta!
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