jueves, 30 de junio de 2011
B i b i A l b e r t// Buenos Aires Argentina
ROPERITO Y COCINITA
Arriba, en el desván de los juegos misteriosos,
mi prima Alicia y yo teníamos cada una
un lado del sillón de pared a pared,
debajo del ventanal abohardillado
donde la lluvia escribía sus cartas
a atelieres familiares en París.
Madres de marilúes,
nosotras mismas proyectando
la aventura de ser grandes,
les hacíamos sopitas,
las vestíamos, las peinábamos,
retocábamos rubores y pestañas,
las poníamos de novias,
les fabricábamos dolores de abandonos,
de celos, de traiciones,
las consolábamos, las acunábamos,
construíamos para siempre
la trinchera segura de las confidencias.
Los llamados a comer, nena, a estudiar
no encontraban respuesta.
Nada era más sagrado ni urgente ni precioso
que esa responsabilidad disfrazada de juego,
la coartada perfecta de inocencia,
la reafirmación de la feminidad a ultranza.
No sabía que estaba practicando
para mi vocación por encima de todas.
Sigo jugando a la mamá
con la misma pasión empedernida,
mi mochila de miedos en la espalda
y esa seriedad con que juegan los chicos
mordiéndose la lengua pero llenos de risa:
nada disfruto más que a mis dos hijos,
mis héroes, mi recreo, mi sordera
a los reclamos de la vida misma,
mi desván a la luz de sus edades,
mi feriado del alma en cualquier día.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Nos echan cada vez del paraíso.
No aprendemos.
No queremos saber.
Somos otros, los mismos,
bajo iguales estrellas, bajo el manto
que abriga las promesas sin que alcance
para cubrir las patas del engaño.
Hoy pensé sólo en mí, no me quedaba
lugar para otras cosas.
No hubo compasión en mi mirada,
ni una rosa espejándome, ni el frío
me recordó intemperies.
Hoy pensé sólo en mí. Pero no hay caso:
no me encuentro la punta del ovillo.
El paraíso sigue siendo ajeno
pero nadie lo habita. No aprendemos.
Somos éstos, los otros,
en idénticas nueces, navegando,
zozobrando destierros.
Hoy pensé sólo en vos. No me quedaba
manzana por morder.
Soy ésta, soy aquella, no escarmiento.
Fundemos un perdón
donde vivamos por fin sin desarraigo,
en la isla sin cielo
pero nuestra.
PARA EL MES DE ENERO
Poner la paciencia en un florero
con el agua hasta el cuello.
Bordar un monograma a los recuerdos
y almidonarlo todo:
mantel de mi banquete de yo-quieros.
Teñir mis canas verdes de blanco inmaculado.
Restar las pesadillas de los sueños.
Cambiar, en el desván de mi cabeza,
los muebles de lugar.
Buscar algún deporte a mi medida
(porque esto de vivir
tomando el toro por las astas
-yo, que no acierto el marco de las puertas
y caigo corcoveada por un banco de plaza-
no es lo mío).
Escribir cien veces puedo.
Necrologizar los vivos muertos de mi agenda.
Bendecir lo de siempre y para siempre.
Estirar el hojaldre de los días
hasta que sea la red donde tirarme al sol.
Volver al mar, como si nunca
lo hubiera abandonado.
Enrollarme en un mapa
grande como una alfombra
y rodar país abajo sin aplastar
vaquitas de la suerte.
Dejar de darme excusas cada lunes.
Correr cada mañana hasta mí misma.
Bibi Albert
Creativa publicitaria de profesión comercial, escritora y autora de canciones de profesión vocacional. Tiene dos libros de poesía publicados, uno de ellos en conjunto con las demás poetas del Grupo Pretextos, que integra, y con el que lleva adelante un café literario –Buenos Aires Poesía-, y Reunión de Voces, uno de los mayores encuentros de poetas latinoamericanos. Viajera empedernida, ha sido invitada al País de las Nubes, Oaxaca, México, y participa asiduamente en varios encuentros y congresos del interior. Es creadora de talleres literarios. Como autora de canciones, obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales, diversos cantantes interpretan sus temas y acaba de producir un CD de canciones de raíz folklórica de su autoría, con importantes intérpretes
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