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lunes, 4 de agosto de 2014

Noemi Browm Buenos Aires Argentina

Noemi Brown



Microrrelatos

Dos paraguas
Salimos a caminar los dos juntos, bajo el chaparrón. Él con su paraguas, yo con el mío. Las veredas eran angostas. A veces yo iba adelante, a veces él.
Cuando lo vi unos pasos más allá, pensé, no nos ataca la misma lluvia.
Podía ver que el agua caía con fuerza sobre la tela de su paraguas y escuchar el ruido que producía sobre el mío. Cada uno en su refugio. Cada uno aparte. Lo llamé pero, seguramente, no me oyó.
Me detuve y vi cómo se alejaba. Me pregunto en qué momento habrá sabido que caminaba solo.

La mesa quieta
La mesa tendida define la habitación. Un mantel blanco ilumina la vajilla. Dos platos, vacíos, esperan el encuentro.
Los extremos se ocupan. El vino llena las dos copas; sobre el frío de la porcelana, el sabor de la comida baña el aire. Desde el fondo de la olla, laurel y albahaca llenan la habitación muda. El roce de los cubiertos amplíafica el silencio. En cada cabecera, un filo de cuchillo cela una guarida.
Nadie declara la guerra. Nunca llegará el brindis.



La noche miente

Duerme. Acuna al oso de peluche. La metralla lo encuentra abrazado al fusil.


Quien habla solo espera hablar a dios un día
(Antonio Machado)
Hoy estuve por el centro comercial y vi a muchos que parecían hablar solos. A mirar mejor, comprendí que estaban usando sus celulares. Después, volviendo a casa, bajo los árboles de la avenida, pensé en el Loco de mi barrio. -No hablo solo, decía,  hablo conmigo. Me pregunté: ¿Ya nadie puede hablar consigo mismo?
 Y la respuesta me aplastó.


Fatalismo latinoamericano
-Corré - le dijo el escritor a su personaje- te persiguen. Era un héroe belicoso y temerario. Cuidado, es una trampa.
Protegerlo había sido una tarea agotadora; ya estaban librando la última batalla. El enemigo apretaba el cuello del protagonista. Reaccioná –quiso gritarle el novelista. Pero ya era tarde. Antes del último renglón, el autor se tomó la garganta.  No podía respirar. No podíiiiaah…y en el mismo momento, murieron los dos.

                                                                                                          Noemí Brown




Aspectos epistemológicos de la narrativa: ontogenia y filogenia
La evolución del cuento sigue los pasos del desarrollo del lenguaje de la humanidad. Los primeros dibujos, la oralidad  y la cultura escrita son hitos de ese proceso. Un reflejo de sus necesidades, sus deseos, sus temores y su capacidad para comunicarlos. Lo real y lo fantástico como medio para satisfacer esas necesidades.

El objetivo de este trabajo es enfocar la narrativa desde el punto de vista epistemológico, destacar la función del relato (oral o escrito) en la vida humana y el rol de lo fantástico en el cuento.
DEFINICIÓN DE CUENTO
El cuento es una narración breve de hechos imaginarios o reales.
"…etimológicamente, la palabra cuento, procede del término latino computare, que significa contar, calcular; esto implica que originalmente se relacionaba con el cómputo de cifras, … luego, por extensión pasó a referir o contar el mayor o menor número de circunstancias, es decir lo que ha sucedido o lo que pudo haber sucedido, y, en este último caso, dio lugar a la fabulación imaginaria" (Adolfo Cáceres Romero).
La Real Academia Española enumera tres definiciones para Cuento:
- Relato, generalmente indiscreto, de un suceso.
- Relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención.
- Narración breve de ficción.
Agrega dos acepciones despectivas del mismo término: Embuste, engaño / coloq. Chisme o enredo que se cuenta a una persona para ponerla mal con otra.
 Dice del verbo contar: Referir un suceso, sea verdadero o fabuloso.

El cuento tiene todos los elementos de la vida. Es acción, movimiento, cambio y lleva la energía implícita para ser comunicado.
Hay elementos universales que predisponen a escuchar, que convierten en auditorio al interlocutor. Algo del orden de la primicia, de la complicidad.
Se trate de una historia real o ficticia, cuando alguien se apresta a escuchar un relato, establece una relación con el narrador.
ORÍGENES DEL CUENTO
La vida en comunidad fue protagonista y testigo de la evolución en la manera de comunicar los asuntos de interés para los individuos y la especie.
Podemos imaginar que el hombre primitivo sentía la necesidad, en presencia del peligro, de informar a sus semejantes, o de pedir ayuda, tal vez, a través de gestos desesperados. También, que les comunicaba, con su actitud, el odio o el afecto que le inspiraban.
Los dibujos que se conservan de culturas primitivas dan testimonio del esfuerzo por registrar acontecimientos o datos de importancia vital.
Ese registro, anterior al lenguaje oral evolucionado, igual que las primeras palabras, representa objetos concretos o animales y personas del entorno, es decir sustantivos, pasando después a dar  cuenta de acciones, relacionando los personajes y las necesidades de la comunidad. Conocemos así momentos de la vida de esos humanos, que en una sucesión espacial de imágenes, han dejado narrada sus costumbres. Cuentan las diferentes actividades de su comunidad, los momentos dramáticos, las aventuras de cacería, hechos bélicos, los ciclos de la naturaleza o los rituales que nos revelan sus miedos y sus creencias.
Hoy en día, el manejo de esa espacio-temporalidad, perdura, con una intención diferente, en la historieta. Si bien se combina habitualmente con la narración escrita, a través del diálogo o de comentarios de un narrador, que complementa las imágenes y el desarrollo, hay también relatos mudos, que extreman el desafío del poder de síntesis del dibujante. A veces en un solo cuadro se representa el antes y el después del momento dramático implícito. Se ve en el humor gráfico mudo, pero también se lo puede apreciar en pinturas de gran dramatismo, como Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova, cuya observación aporta datos acerca de una historia previa a la imagen, que por eso deja de ser una simple descripción y pasa a ser un relato, del cual hablaremos más adelante.
Si volvemos al desarrollo de la humanidad, el lenguaje articulado se convierte en una herramienta privilegiada para la conservación de los valores culturales (rituales, recetas, sucesos, secretos y también entretenimiento).
Todas las comunidades deben haber recurrido a la transmisión de boca en boca, por necesidad o por placer.
Es necesario considerar el papel que la tradición oral jugó en la conservación de tantos relatos verídicos o ficticios que perduraron a través de incontables generaciones, recorrieron caminos diversos y se fueron adaptando a la medida de cada narrador y de cada público. Transformaciones que tal vez cubrían un olvido, un mal entendido o la vocación artística del vocero y que iban tomando vida propia. Conocer historias era un crédito a favor y la habilidad, una excusa para reunir a la gente. El narrador, en la intimidad familiar o en la plaza del pueblo, se lucía, manejando el suspenso y la curiosidad del público.
.  Con el desarrollo de la escritura, la comunicación oral continuó siendo el único medio para la mayoría, antes de la divulgación  de la lectoescritura y de la aparición de la imprenta. Si bien el vehículo por el cual los relatos, ficticios o no, llegan a los interesados ha variado, desde la reunión junto a la fogata,  hasta la pantalla de la computadora, pasando por el teatro y el cine, la curiosidad que despierta un conflicto de cualquier orden, sigue atrayendo, cuando un “¿Quieren que les cuente?” o el tradicional “Había una vez” pone en marcha el proceso narrativo.


LA EVOLUCIÖN DEL LENGUAJE
 El niño comienza usando del nombre de los objetos y  persona que lo rodean (sustantivos). En el camino ontogenético se repite el camino de la especie humana. La adquisición del verbo luego, y de las distintos valores gramaticales después, permite ir más allá de lo concreto en el intento comunicacional.
En algún momento, en la vida de la humanidad y en la del hombre la capacidad de comunicación puede, no solo dar cuenta de una situación visible, sino también de aquella que ya no está ante sus ojos pero se evoca, de aquella que quizás nunca suceda y, más aún, cuyo acaecer sólo sea posible en la imaginación del narrador. La capacidad de discurrir sobre una situación hipotética y contarla a otro en forma comprensible es una etapa avanzada de esta evolución.
 Podemos describir al menos tres momentos del lenguaje (escrito o de la oralidad) que denotan intenciones y alcances diferentes.
El niño sigue ese camino para dar cuenta de una imagen, enumera objetos o personas, y de a poco, va incluyendo relaciones e intentando abarcarlas en un proceso comprensivo. Ponerse en el lugar de un semejante y reconstruir para él su imagen mental, provenga de la fantasía o de su aprendizaje, es también la expresión de un logro epistemológico.
Para ejemplificarlo, vayamos a una situación que podamos compartir. Tomemos un cuadro conocido. Si observamos el óleo de de la Cárcova,  Sin pan y sin trabajo, y nos preguntan qué vemos en el cuadro, podemos enumerar los elementos, por ejemplo: una mujer, con un bebe, un hombre, una ventana, más allá una fábrica. O podemos describir la escena, diciendo que se trata de una pareja mirando por la ventana una fábrica cerrada. Más aún, podemos, en este caso apoyados también en el título, interpretar que la pareja de padres está pasando junto a su hijo, una circunstancia dramática de indefensión, motivada por la falta de trabajo. En cualquier relato, gráfico, gestual o literario, podemos quedarnos en la enumeración, o podemos ir más allá. Podemos plantear la inestabilidad de la escena, un futuro incierto, la búsqueda de explicación, en resumen: un conflicto, explícito o no. En eso reside la esencia del cuento. Lo que convierte en cuento al relato es el giro dramático de la situación, una modificación del estado de cosas.
El cuentista eligirá el camino a seguir para comunicar la acción implícita en la historia, pero es esta etapa de la observación (de la realidad o de la fantasía), la que constituye el material del cuento. La acción, la evolución, el giro que se produce en la situación planteada. La mirada del cuentista rompe la estática.
En este sentido, se puede decir que el cuento es el género literario más antiguo y es eterno. Nace con la necesidad de comunicar lo que nos pasa. Está en el origen del lenguaje y cada vez que informamos de nuestros actos o los de nuestros vecinos, que nos parecen significativos, estamos, en alguna medida, iniciando un cuento. Verídico o no.
Sin embargo, hasta las historias más interesantes pueden resultar aburridas si están mal contadas. Tal vez por ser un fenómeno natural a la especie humana, tardó en constituirse en un género y en volverse, su técnica y clasificación, materia de estudio. Dice Gabriel García Márquez: “la mitad de los cuentos con que inicié mi formación se los escuché a mi madre. Ella … nunca oyó hablar de discursos literarios, ni de técnicas narrativas, ni de nada de eso, pero sabía preparar un golpe de efecto, guardarse un as en la manga mejor que los magos que sacan pañuelitos y conejos del sombrero”.
EVOLUCIÖN DEL TEMA
En otros tiempos, la imposibilidad de explicar racionalmente algunos fenómenos, enriquecía la fabulación que suplía al conocimiento. Los sucesos amenazantes y la falta de información era fuente de rumores que se convertían en leyendas. La superstición y la religión aportaban relatos que no exigían comprensión.
Pero los orígenes del cuento escrito parecen remitir a Oriente y a Las mil y una noches, textos que demuestran que ya había una compilación de relatos de culturas diversas.
Viajeros de distinto tipo contribuyeron en la difusión y el mismo cuento puede reconocerse, cambiado, en zonas muy distantes. Incluso, los conocedores de la cultura celta aseguran encontrar en los cuentos clásicos que nos llegaron desde Europa, las narraciones orales de esa civilización.
Desde tiempos remotos, mitos, leyendas, parábolas, apologías, aparecen ligados a una intención didáctica. En la edad Media, la fábula expresa un objetivo claramente moralizante.
El avance científico y su difusión fueron alejando al lector adulto de lo fantástico, pero la  evolución de la ciencia, del siglo XIX al XX, volvió relativo el conocimiento tradicional del mundo que nos rodea, creando dudas acerca de lo lineal del espacio, de la relatividad del tiempo y de la verdad de nuestra conciencia, abriendo nuevas puertas a los fenómenos que antes dábamos por seguros. Y lo difícil de explicar en forma lógica, comenzó a ser lícito nuevamente.
Los cuentos infantiles son de aparición tardía en el desarrollo de la narrativa. Los hijos compartían los relatos que escuchaban los mayores y  no se buscaba suavizar el dramatismo de los argumentos, ni bajar el nivel de su complejidad para ellos. Los chicos fueron considerados como un segmento especial, en un período relativamente reciente, tanto para la oralidad como para la lectura.
Los cuentos de Perrault o de Christian Andersen han sido adaptados a través de distintas modificaciones que se consideraron más adecuadas para la mente de los menores. Incluso hay estudiosos que afirman que estos autores habían ya moderado relatos de origen celta, de un dramatismo más severo.
La cantidad de literatura escrita especialmente para niños se hizo numerosa. Actualmente, la literatura infanto-juvenil está muy desarrollada y constituye un segmento prolífero, que trata temas de la realidad que por mucho tiempo estuvieron vedados a los libros para chicos. Hay lectores –adultos o niños- que no toleran los finales tristes y los hay que huyen de los finales felices. Hay para todos los gustos y no es intención de estas páginas hacer recomendaciones pedagógicas.   Quienes evitan el final dramático valoran la función reparadora de la solución de los conflictos. Por el contrario, quienes los consideran poco realistas, aprecian el papel que cumplen en la elaboración de los conflictos personales, los textos dramáticos. Y esos efectos pueden observarse tanto en el lector  como en el escritor. Dijo Cortázar: “Quizá sea exagerado afirmar que todo cuento breve plenamente logrado, y en especial los cuentos fantásticos, son productos neuróticos, pesadillas o alucinaciones neutralizadas mediante la objetivación y el traslado a un medio exterior al terreno neurótico; de todas maneras, en cualquier cuento breve memorable se percibe esa polarización, como si el autor hubiera querido desprenderse lo antes posible y de la manera más absoluta de su criatura, exorcizándola en la única forma en que le era dado hacerlo: escribiéndola”.
LO FANTÁSTICO
Más allá del éxito que los protagonistas logren en el desenlace de los cuentos, el contenido de toda la literatura de ficción podría clasificarse, groseramente, a los efectos de esta conversación, en realista y fantástica, considerando como realistas a aquellas obras que cuentan hechos reales o que podrían haber ocurrido o describen situaciones dramáticas a manera de registro o  testimonio. Bajo este rótulo, suelen ubicarse a las obras de descripción minuciosa, detallistas que intentan una reproducción cabal de escenario y personajes. También, la temática que refleja la crudeza de la vida humana.
En nuestra literatura ha tenido un desarrollo notable el fatalismo latinoamericano, tanto por su calidad como por su abundancia, que trascendió las fronteras y todavía sigue vivo. Por otra parte, son producciones difíciles de encasillar. La mirada trágica recuerda a los griegos y a las peripecias de personajes mitológicos o legendarios cuyo fin parece predestinado.
La fantástica, en un sentido amplio, narra episodios que sólo pueden darse en la imaginación, hechos que la razón no puede explicar. Y cabría diferenciar los cuentos maravillosos de los fantásticos propiamente dichos.  Nos dice Laura Massolo que los cuentos maravillosos, implican un acuerdo tácito acerca de poderes de los personajes. Aceptamos que el hada pueda usar su varita y la bruja su maleficio. Es común en los cuentos para niños. En cambio, lo fantástico implica superposición de niveles, la irrupción de un espacio confuso, el corte, la extrañeza. La continuidad de los parques, De otro cielo, La noche boca arriba y varios cuentos de Cortázar, suelen citarse como ejemplos.
De todos modos, un fenómeno cuya comprensión cabal se nos escapa, impone un quiebre a nivel epistemológico. Un pacto de credulidad o simplemente la aceptación de la obra fantástica como un hecho, sin analizar su posibilidad. Según Cortázar, lo fantástico no es un género, sino un sentimiento. Un sentimiento que se hace real a través del clima y el tono de sus cuentos.
La intención de clasificar los géneros  en forma rígida es imposible y, además, ajena a los objetivos de este ensayo. Sí, es oportuno recalcar que muchas de las variantes que de alguna manera participan en esta categoría implican un esfuerzo epistemológico diferente. El surrealismo, por ejemplo, exige un recodificación  del texto, cuyo simbolismo puede resultar hermético para el lector. El autor de realismo mágico describe la realidad mediante hipérboles, hechos extraños, a veces absurdos y, paradójicamente, a través de lo irreal, logra hacer “más real” la trama y el escenario que el lector  reconstruye. El lector tiene, en la literatura actual, un papel protagónico; en cualquiera de los géneros, o estilos, o escuelas literarias que abordemos, el lector avanzado se tutea con el escritor. Monterroso, al respecto, con su habitual ironía, le recomienda al escritor: “Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.”
PODER DEL CUENTO
Más allá del interés por el género elegido, pero sobre todo en el fantástico, el cuento puede ofrecer más acercamiento a la realidad o puede brindar un mundo paralelo donde todo es posible para el autor y, de un modo distinto, también para el lector. La ficción es una versión del mundo del juego, un sitio donde todo “es como sí”, donde el símbolo cambia las reglas del tiempo y el espacio, las demora, las desplaza. El escritor entra a un  escenario donde todo puede ser y el lector lo comparte y lo recrea. La ficción libera los residuos del pensamiento mágico: el animismo y la omnipotencia que caracterizan a la infancia.
En las últimas décadas el mercado editorial ha logrado éxitos de venta de obras que en cierta forma retoman características de los relatos antiguos de tipo mitológico y heroico. Hay un tipo de lectura y cine, que comparten públicos adultos y adolescentes, tal vez porque cumple con los requisitos del pensamiento mágico mencionado. Por otra parte, es llamativo que en épocas en que el hábito lector ha decaído por el avance de otros medios, libros de extensión considerable atraigan a gente joven. Si observamos la trama de esos relatos, como otros de aventuras contemporáneos, tienen como factor común la  oferta de acción continua y/o sexualidad, a través de todo el desarrollo, estrategia propicia para competir con otros medios que brindan lo mismo y tienen un atractivo visual difícil de ignorar. Por supuesto, eso no significa que necesariamente carezcan de valor literario. Las hay de todo tipo. Desde el punto de vista epistemológico, seguir una trama compleja requiere cierta concentración, pero si el estímulo es invasor, atenta contra la oportunidad de reflexionar.
Por otra parte, el microcuento, que  no es una expresión nueva, últimamente ha sido valorizado como género. Más allá del valor literario que pueda tener cada producción, representa un desafío epistemológico.
Se trata de conservar los requisitos de un cuento (secuencia de cambio), extremando la economía de los recursos comunicativos.
 En el micro cuento, cada palabra tiene una fuerza definitiva y adquiere un valor dramático. Ninguna palabra puede ser dicha en vano.
El objetivo es lograr que la brevedad del mensaje no contribuya al empobrecimiento del lenguaje, sino a enriquecerlo a través de la sutileza y de la precisión conceptual.
.    “El oficio de mentir”, como llama Abelardo Castillo al del escritor, puede lograr sufrimiento, risa, llanto, enojo o refugio de los problemas personales. Y todo, dentro de esa realidad paralela.
Pero, por supuesto,  cómo  lograr que el lector quiera estar en ella tiene sus misterios.
Es sabido que los más pequeños disfrutan de las rimas sonoras y del ritmo, más que de la trama del relato. Algo de esa música que acompasa al cuento es importante siempre. Sin duda, era valorada por Cortázar, cuando decía: “A mis traductores les exijo que vigilen ese ritmo, que hallen el equivalente porque sin él, aunque estén las ideas y el sentido, el cuento se me viene abajo.”
Concebir una historia y escribirla es un paso fundamental en el proceso comunicativo, pero el ciclo se completa cuando la obra llega a los demás. Especialmente en el género cuento, que implica desde su origen “dar cuenta de”. Poder ponerse en el lugar del lector constituye un paso epistemológico decisivo para el escritor, si puede priorizar el lucimiento de la historia, sobre el propio y darle lugar a quien la recibe.
En las últimas décadas ha vuelto el fenómeno de la narración oral que, como en los primeros tiempos, lleva la obra de los cuentistas al público interesado en escucharlas. Tal vez, esto guarde relación con el alejamiento de la lectura por parte de la población, que quiere el producto elaborado por otro pero, aparentemente, expresa también la necesidad de recuperar una intimidad perdida, una voz que personaliza el mensaje, como cuando lo recibía de niño. Una vuelta a las fuentes, en un mundo tecnológico y masificado.
El cuento pone en marcha el patrón más antiguo de la comunicación humana, que a pesar del individualismo creciente y de los avances mediáticos, sufre cambios, pero permanece.
Notas
Cáceres Romero, Adolfo: Escritor y crítico literario boliviano (Oruro 1937)
Castillo, Abelardo: Cuentista Argentino (Bs. Aires 1935)
Cortázar, Julio: Cuentista Argentino (1914-1984)
De la Cárcova, Ernesto: Pintor argentino (1866-1927)
Massolo, Laura: Cuentista argentina, estudiosa del cuento latinoamericano (Bs.As. 1956)
Monterroso, Augusto: Cuentista hondureño-guatemalteco- microrrelatos (1921-2003).



CONCLUSIONES
Encontramos el germen de la actividad narrativa en las figuras que el hombre primitivo dejó como testimonio de los elementos que lo rodeaban y también de su forma de vida,  de sus deseos y sus temores. Esos testimonios van avanzando en complejidad y precisión a medida que avanza la capacidad simbólica.  La adquisición del  lenguaje articulado marca un hito epistemológico. Este nuevo camino recorre los mismos pasos que muestran los dibujos: primero aparece la función sustantiva, luego el verbo y después los demás elementos gramaticales. Etapas que también recorre el niño en su aprendizaje  La comunicación oral como medio de relación entre los seres humanos y  de conservación de la cultura perdura en el tiempo a pesar de la aparición posterior de la escritura y  de la imprenta.
Mitos, leyendas y fábulas representaron los temores y creencias de la humanidad y los relatos mostraron principalmente una intención moralizante.
El avance de la ciencia hizo, por un tiempo, retroceder el género fantástico. Este género  comprende contenidos tan variados que hacen imposible una clasificación precisa. Pero los descubrimientos científicos del siglo XX que relativizaron afirmaciones anteriores, habilitaron nuevamente la producción de ese tipo de obras.
Los cuentos permiten al autor y al lector acercarse más a lo real o entrar en un mundo paralelo que devuelve la omnipotencia y el animismo infantil y lo aleja de lo cotidiano. Parece ser el caso de algunas obras  de moda que retoman lo mitológico y lo mágico.
El auge de la narración oral de las últimas décadas es un fenómeno que devuelve a la comunidad el contacto humano y representa un intermediario entre el  autor y el lector, en tiempos en que la lectura disminuye.
                                                                                  Noemí Brown


:
 NOEMÍ IRMA BROWN Se graduó en Cs. de la Educación en la U.B.A.en 1969. Algunos de sus antecedentes como Cuentista son: Primer Premio Miguel Briante, Gral. Belgrano, Pcia. Bs. As.  (2005)/Primer Premio Rosa Tejada Vázquez de Theaux, Villa María, Córdoba (2005)/Primer Premio R.E.I.A.Avellaneda, Pcia. Bs. As. (2006)/Finalista Certamen Ana María Matute, Ed.Torremozas, Madrid (2006 y 2011)/Primer Premio Carlos Casado, Casilda, Santa Fe (2007)/Primer Premio S.A.D.E. San Genaro, Santa Fe, (2008)/Mención Única en Cuento Grupo Malos Ayres, Cdad. Bs. As. (2009)/Primer Premio Ami Díaz, Jovita, Córdoba (2009)/Segundo Premio Carmen Martín Gaite, Madrid (2009).

Publicó: “…basta un botón”, cuentos, Ed. Blue Eagle Group, Bs. As.(2011)

1 comentario:

Marta dijo...

!Gran escritora y muy generosa Noemí Brown! Sus cuentos fueron narrados en distintas ocasiones y siempre su mirada fue muy indulgente para los cuentistas