Amelia Diaz : Buenos Aores Argentina
IMPRESIONES
Estoy recostada como un lento remolino blanco
y sólo soy una muela,
el resto de mi cuerpo
yace como un perfume olvidado sobre el sillón de la dentista.
Todavía hay que separar el alma.
Cierro los ojos,
el voltaje alto de la lámpara
pasa como un velo entre los párpados
y ahora es verano rojo,
verano de sol alto, sol de siesta,
y corro la risa entre los pastos amarillos de verano,
gorro de visera, piernas menudas,
y la risa, mitad grillo y mitad pájaro.
La bicicleta gira sus rayos de calidoscopio,
rueda las calles donde está el otoño
mientras pasa y traspasa la hojarasca, mientras crezco
mi cuerpo rebelde contra el aire.
El termo con la leche, antes de entrar al catecismo,
los árboles de roble desalineando sus ramas,
casi primavera, casi bellotas suaves,
frío en los bancos de la plaza
y la forma de sus manos que están tibias;
ahora padre compra garrapiñadas en la puerta de la escuela
que huele a chocolate, el celofán cruje,
hay un viejito gris todo sombrero que prefigura una foto de Pessoa
y un canasto azul descascarado
y ahora llueve
y hay una revolución con insignias y con lágrimas
y nadie puede retirarse de la escuela si no vienen a buscarlo:
son los exasperados rostros de la infancia.
Vuelve el alma al cuerpo
vuelve la luz, duende desde su velo,
se ausenta la mirada en el límite impreciso donde las estaciones clausuraron.
Salivo rojo sobre blanco
y una parte de mí se aleja para siempre.
La dama de noche y otras sombras-Buenos Aires- El Mono Armado-2007
FUSILAMIENTO DE ELLA
A esa hay que matarla,
la traidora,
que se pasa la vida soñando a destajo,
lluvia que horada la roca gota a gota,
la traidora,
y me convierte en limo envejecido entre pantanos
donde la pasión atrapa los pies de la locura.
Hay que matarla,
de frente al paredón,
fusilarla con descargas de cordura
a esa,
la traidora,
que olvida la memoria y su vértigo de torre,
su vértigo de torre sola sobre el basamento de mis huesos.
A esa, a esa hay que matarla,
antes que hurgue de nuevo entre las flores del jardín,
antes que atente contra mi nuevo paraíso
construido con piedras y hierros retorcidos
que dejó el último incendio de sus manos.
Hay que matarla,
matarla y colocar su cabeza en una pica,
entre redobles de corazón, para escarmiento.
Hay niebla ¿adónde volarán los pájaros?
La dama de noche y otras sombras-Buenos Aires- El Mono
DELIRIO
Sobre la calle se acortan las sombras,
concluye la noche su soneto de neblina,.
Visten de luz los árboles del patio
y despiertan transparencias como gasas secretas sacudidas por aires de violines.
Mientras,
el viento,
inventa lazos y espirales lentas
alrededor de mi cuerpo.
En un delirio de palomas espantadas
empuja las ropas contra el furor de mi carne,
después se aleja, a enredarse en las ramas,
a buscar golondrinas en los pinos de invierno,
y me deja
desnuda de caricias,
en un comienzo de cepo abandonado.
La dama de noche y otras sombras-Buenos Aires- El Mono Armado-2007
María Amelia Díaz es poeta y ensayista. Coordina Talleres Literarios desde 1987. Su poesía integra varias antologías entre ellas “Octaedro”, “Antología de poetas de Morón” y “Oeste”. Ha publicado en poesía “Cien metros más allá del asfalto” (1997), “Para abrir el paraíso” (2003), “Las formas secretas” (2007) y “La dama de noche y otras sombras” (2008). Integra el “Diccionario de escritores de la pcia de Bs. As. Participó del cuerpo de redacción de periódicos y revistas, fue co-editora de la revista cultural “Sofós”, integró programas radio culturales. Es columnista literaria de las revista “Artes y Letras” y “Generación abierta”. Ha sido traducida al catalán y al italiano. Es miembro de la Asociación de Poetas Argentinos (APOA) y Socia Honoraria de SADE.
Fue vicepresidenta (2000-2003) y presidenta (2003-2007) de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), filial Oeste Bonaerense.
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